domingo, 26 de diciembre de 2010

27 de diciembre de 1810. Secreto o publicidad

Un caso interesante sobre la experiencia en la elección de diputados es en La Plata, denominación de la ciudad de Charcas, también llamada por esos tiempos, Chuquisaca. Aquí llega, el 27 de diciembre de 1810, viajando desde Potosí, Juan José Castelli, el enviado de la junta porteña. Había dejado en la ciudad minera al teniente coronel Pedro Lobo, como encargado del gobierno en espera de Feliciano Chiclana, quien llegaba desde Salta donde había ejercido la gobernación intendencia (Carta de Castelli a la Junta, del 10/01/1811, en AGN-X-3-10-2)
De inmediato procede Castelli a organizar la elección para los diputados al congreso nacional que, entre tanto, se hallaba todavía en el aire, La Junta Grande seguía solicitando la concreción de estas elecciones en función de la reunión del «augusto Congreso Nacional» (Circular del 27/2/1811, en AGN-X-3-4-2.), dado que, los enviados que ya estaban en Buenos Aires integraron
la Junta Grande y no se constituyeron realmente en «asamblea»). El 1 de febrero se realiza la elección en la sala capitular y un pequeño incidente nos permite conocer la forma en que ésta se realizó. Dos de los oidores de Charcas, el conde de San Javier y José Felix de Campo Blanco (el primero de ellos, regente, pero en funciones de presidente de la Audiencia), colocan en la «vasija» destinada a recoger los votos, sus papeletas en blanco. Una comunicación del cabildo a Castelli de ese mismo día (AGN- X-3-10-2), relata con lujo de detalles el incidente y agrega al final, las dos papeletas que se hallan inclusas en el legajo. Esas dos papeletas rectangulares están firmadas —este hecho es posterior y efectuado probablemente durante el conteo de los votos— por tres de los capitulares. El documento describe detalladamente el incidente: «el Sor. Campoblanco descubrió el adjunto papel (qe. va señalado con el N. 1º y rubricado pr. tres regidores) dando vuelta por uno y otro lado, con cuyo motivo y el de no doblarlo el poner en la vasija, repararon los individuos mas inmediatos qe. no havia letra alguna en el».
Si el «secreto es la marca irreductible del derecho a la individualidad», esta peripecia electoral ilumina bastante bien la complejidad del proceso de construcción del individuo como actor político y el papel indudablemente relevante que juega el secreto en ese proceso. Estamos lentamente saliendo de una sociedad de Antiguo Régimen en donde «El secreto [era] la norma, solo [resultaban] visibles los gestos intencionales que [habían] sido librados al público». Justamente, son esas formas de opacidad de la res publica las que están entrando en crisis lentamente, pues éste es el momento en que «A la práctica del secreto se le opondrá [... ] el principio de la publicidad». Pero este principio de la publicidad sólo puede existir con verdadera fuerza si se basa en la autonomía del individuo/ciudadano. Y ella sólo puede estar a resguardo gracias al secreto de la votación individual. La «nueva» publicidad rompe el secreto en el que estaba envuelta la cosa pública, pero sólo lo puede hacer eficazmente a través del secreto del acto electoral.
En el caso relatado, todos podían saber que ellos no habían votado a los candidatos «oficiales». Esto es todo lo contrario de un acto secreto y su publicidad cumple aquí la función reveladora de ser, sino no amenaza, al menos una clara advertencia. (justamente, el secreto del voto posee también la función segunda de impedir estas formas de intimidación). Pero, además, los cabildantes en su comunicación a Castelli toman por «escandoloso hecho con el qe. [Campo Blanco] manifiesta de plano el odio qe. mantiene al Govno». Es decir, también el mero acto de votar en blanco constituye un «escándalo»; ello demuestra que lejos estamos todavía en estas primeras votaciones de algo que se asemeje a la aceptación de la libre opinión.

Sobre un texto de Juan Carlos Garavablia. MANIFESTACIONES INICIALES DE LA REPRESENTACIÓN EN EL RÍO DE LA PLATA: LA REVOLUCIÓN EN LA LABORIOSA BÚSQUEDA DE LA AUTONOMÍA DEL INDIVIDUO 1810-1812.- En: Revista de Indias, 2004, vol. LXIV, núm. 231. Págs. 349-382, ISSN: 0034-8341 R. I., 2004, n.º 230

sábado, 18 de diciembre de 2010

18 de diciembre de 1810

Instalada la Junta de Gobierno,comenzaron a manifestarse las fuerzas en pugna: Morenistas y Saavedristas. La orden de Moreno de llevar a delante una postura inflexible con los fusilamientos en Córdoba, choca con la postura de los cabildos del interior. La provisionalidad de la Junta era determinante y por ello, se convocó al envío de diputados a Buenos Aires para adoptar resoluciones decisivas. En diciembre de 1810 se realizaron las primeras reuniones y quedó claro que los recién incorporados apoyaban a Saavedra y resistían el plan de Moreno. Al darse cuenta que perdía la mayoría, Moreno se opuso sin eco a la incorporación de los diputados provincianos, por lo que presentó su renuncia.
El 18 de diciembre de 1810 quedó formada la Segunda Junta o Junta Grande. Los morenistas quedaban en minoría en el gobierno pero estos jóvenes ilustrados porteños, se agruparon formando la Sociedad Patriótica, que se reunía en un local situado a una cuadra de la Plaza de Mayo, el café de Marcos.
El elevado número de miembros de la Junta Grande determinó su ineficacia para gobernar en tiempos de guerra, y sostenerse contra la oposición morenistas. Los saavedristas resolvieron dar un golpe reuniendo partidarios y regimientos adictos durante la noche del 5 al 6 de abril de 1811, que exigieron la renuncia de los miembros morenistas de la Junta: Vieytes, Rodríguez Peña, Azcuénaga y Larrea. Pidieron además que Belgrano fuera procesado por su derrota en el Paraguay, y el destierro de los morenistas influyentes. Beruti lo recordó en sus Memorias curiosas, como una contrarevolución hecha “por las heces del pueblo agricultor, el indecente pueblo del campo”, en alusión a los movilizados por el alcalde de las quintas, don Tomás Grigera, y al doctor Joaquín Campana, abogado de prestigio en los suburbios.
Una cronica relata que "se apeló a los hombres de poncho y chiripá contra los hombres de capa y casaca", y de acuerdo a Ignacio Núñez (Noticias Históricas), "Al anochecer del día 5 de abril empezaron a reunirse hombres emponchados y a caballo en los mataderos de Miserere, a la voz del alcalde de barrio don Tomás Grigera, cuyo nombre sólo conocido hasta ese día entre la pobre clase agricultora, principió a ser histórico para este país: a medianoche penetraron por las calles de la ciudad, y antes de venir el día ocuparon la plaza Mayor como mil quinientos hombres, pidiendo a gritos la reunión del cuerpo municipal, para elevar por su conducto sus reclamaciones al gobierno."

Por Juan Carlos Ramirez
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