domingo, 26 de diciembre de 2010

27 de diciembre de 1810. Secreto o publicidad

Un caso interesante sobre la experiencia en la elección de diputados es en La Plata, denominación de la ciudad de Charcas, también llamada por esos tiempos, Chuquisaca. Aquí llega, el 27 de diciembre de 1810, viajando desde Potosí, Juan José Castelli, el enviado de la junta porteña. Había dejado en la ciudad minera al teniente coronel Pedro Lobo, como encargado del gobierno en espera de Feliciano Chiclana, quien llegaba desde Salta donde había ejercido la gobernación intendencia (Carta de Castelli a la Junta, del 10/01/1811, en AGN-X-3-10-2)
De inmediato procede Castelli a organizar la elección para los diputados al congreso nacional que, entre tanto, se hallaba todavía en el aire, La Junta Grande seguía solicitando la concreción de estas elecciones en función de la reunión del «augusto Congreso Nacional» (Circular del 27/2/1811, en AGN-X-3-4-2.), dado que, los enviados que ya estaban en Buenos Aires integraron
la Junta Grande y no se constituyeron realmente en «asamblea»). El 1 de febrero se realiza la elección en la sala capitular y un pequeño incidente nos permite conocer la forma en que ésta se realizó. Dos de los oidores de Charcas, el conde de San Javier y José Felix de Campo Blanco (el primero de ellos, regente, pero en funciones de presidente de la Audiencia), colocan en la «vasija» destinada a recoger los votos, sus papeletas en blanco. Una comunicación del cabildo a Castelli de ese mismo día (AGN- X-3-10-2), relata con lujo de detalles el incidente y agrega al final, las dos papeletas que se hallan inclusas en el legajo. Esas dos papeletas rectangulares están firmadas —este hecho es posterior y efectuado probablemente durante el conteo de los votos— por tres de los capitulares. El documento describe detalladamente el incidente: «el Sor. Campoblanco descubrió el adjunto papel (qe. va señalado con el N. 1º y rubricado pr. tres regidores) dando vuelta por uno y otro lado, con cuyo motivo y el de no doblarlo el poner en la vasija, repararon los individuos mas inmediatos qe. no havia letra alguna en el».
Si el «secreto es la marca irreductible del derecho a la individualidad», esta peripecia electoral ilumina bastante bien la complejidad del proceso de construcción del individuo como actor político y el papel indudablemente relevante que juega el secreto en ese proceso. Estamos lentamente saliendo de una sociedad de Antiguo Régimen en donde «El secreto [era] la norma, solo [resultaban] visibles los gestos intencionales que [habían] sido librados al público». Justamente, son esas formas de opacidad de la res publica las que están entrando en crisis lentamente, pues éste es el momento en que «A la práctica del secreto se le opondrá [... ] el principio de la publicidad». Pero este principio de la publicidad sólo puede existir con verdadera fuerza si se basa en la autonomía del individuo/ciudadano. Y ella sólo puede estar a resguardo gracias al secreto de la votación individual. La «nueva» publicidad rompe el secreto en el que estaba envuelta la cosa pública, pero sólo lo puede hacer eficazmente a través del secreto del acto electoral.
En el caso relatado, todos podían saber que ellos no habían votado a los candidatos «oficiales». Esto es todo lo contrario de un acto secreto y su publicidad cumple aquí la función reveladora de ser, sino no amenaza, al menos una clara advertencia. (justamente, el secreto del voto posee también la función segunda de impedir estas formas de intimidación). Pero, además, los cabildantes en su comunicación a Castelli toman por «escandoloso hecho con el qe. [Campo Blanco] manifiesta de plano el odio qe. mantiene al Govno». Es decir, también el mero acto de votar en blanco constituye un «escándalo»; ello demuestra que lejos estamos todavía en estas primeras votaciones de algo que se asemeje a la aceptación de la libre opinión.

Sobre un texto de Juan Carlos Garavablia. MANIFESTACIONES INICIALES DE LA REPRESENTACIÓN EN EL RÍO DE LA PLATA: LA REVOLUCIÓN EN LA LABORIOSA BÚSQUEDA DE LA AUTONOMÍA DEL INDIVIDUO 1810-1812.- En: Revista de Indias, 2004, vol. LXIV, núm. 231. Págs. 349-382, ISSN: 0034-8341 R. I., 2004, n.º 230

sábado, 18 de diciembre de 2010

18 de diciembre de 1810

Instalada la Junta de Gobierno,comenzaron a manifestarse las fuerzas en pugna: Morenistas y Saavedristas. La orden de Moreno de llevar a delante una postura inflexible con los fusilamientos en Córdoba, choca con la postura de los cabildos del interior. La provisionalidad de la Junta era determinante y por ello, se convocó al envío de diputados a Buenos Aires para adoptar resoluciones decisivas. En diciembre de 1810 se realizaron las primeras reuniones y quedó claro que los recién incorporados apoyaban a Saavedra y resistían el plan de Moreno. Al darse cuenta que perdía la mayoría, Moreno se opuso sin eco a la incorporación de los diputados provincianos, por lo que presentó su renuncia.
El 18 de diciembre de 1810 quedó formada la Segunda Junta o Junta Grande. Los morenistas quedaban en minoría en el gobierno pero estos jóvenes ilustrados porteños, se agruparon formando la Sociedad Patriótica, que se reunía en un local situado a una cuadra de la Plaza de Mayo, el café de Marcos.
El elevado número de miembros de la Junta Grande determinó su ineficacia para gobernar en tiempos de guerra, y sostenerse contra la oposición morenistas. Los saavedristas resolvieron dar un golpe reuniendo partidarios y regimientos adictos durante la noche del 5 al 6 de abril de 1811, que exigieron la renuncia de los miembros morenistas de la Junta: Vieytes, Rodríguez Peña, Azcuénaga y Larrea. Pidieron además que Belgrano fuera procesado por su derrota en el Paraguay, y el destierro de los morenistas influyentes. Beruti lo recordó en sus Memorias curiosas, como una contrarevolución hecha “por las heces del pueblo agricultor, el indecente pueblo del campo”, en alusión a los movilizados por el alcalde de las quintas, don Tomás Grigera, y al doctor Joaquín Campana, abogado de prestigio en los suburbios.
Una cronica relata que "se apeló a los hombres de poncho y chiripá contra los hombres de capa y casaca", y de acuerdo a Ignacio Núñez (Noticias Históricas), "Al anochecer del día 5 de abril empezaron a reunirse hombres emponchados y a caballo en los mataderos de Miserere, a la voz del alcalde de barrio don Tomás Grigera, cuyo nombre sólo conocido hasta ese día entre la pobre clase agricultora, principió a ser histórico para este país: a medianoche penetraron por las calles de la ciudad, y antes de venir el día ocuparon la plaza Mayor como mil quinientos hombres, pidiendo a gritos la reunión del cuerpo municipal, para elevar por su conducto sus reclamaciones al gobierno."

Por Juan Carlos Ramirez

sábado, 9 de octubre de 2010

Te Deum

Los sucesos de mayo establecieron al tedeum como forma de agradecer la resolución incruenta de la Revolución. En el primero, se jugó el antagonismo del gobierno patrio con el obispo Benito de Lué y Riega. Habiéndose establecido el 3 de junio como fecha para la acción de gracias, el obispo convenció a la Junta de reañizalo el 30 de mayo, para conmemorar además el cumpleaños del rey Fernando VII.
El bando que invitaba para la celebración el miércoles 30 de mayo, resaltaba que era "en acción de gracias por la instalación de la Junta y terminación feliz que han tenido las agitaciones de este pueblo, causadas por los desgraciados sucesos en la Península".
El día previo, las autoridades advertían al obispoque: "Debiendo concurrir mañana esta Junta a la misa de gracias que se ha de celebrar en esa Santa Iglesia Catedral, espera en la función la solemnidad correspondiente al doble objeto de celebrar el nacimiento de nuestro augusto monarca y la instalación del gobierno provisional que lo representa; como igualmente que Vuestra Señoría Ilustrísima ordene salgan un dignidad y un canónigo a cumplimentar y recibir a la Junta".
En sus Memorias curiosas, Juan Manuel Berutti recordó: "Se hizo una solemne función en la catedral y se cantó el tedeum en acción de gracias a la instalación de la Junta; pontificó el Obispo y dijo el sermón el doctor don Diego Zavaleta, habiendo ocupado la Junta el lugar preeminente donde presidían los señores virreyes". Concurrió el depuesto virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, y el obispo De Lué y Riega cumplió con el pedido de la Junta de hacer una importante ceremonia, pero no otorgó una mayor bienvenida a las autoridades.
En 1811, otro bando de las autoridades estableció definitivamente al 25 de mayo como fecha para celebrar el tedeum: "Aproximándose el aniversario de los faustos días 24 y 25 del presente, tan remarcables en la América, principalmente en esta capital, como época de libertad civil, ha dispuesto la Junta solemnizarlos de un modo público, correspondiente a la dignidad de su representación", se ordenó, además agregaba que: "El principal monumento de tan augusta y grata memoria debe erigirse a los pies del santuario por su declarada protección a estas provincias, aquel respetuoso y profundo reconocimiento que en tales casos inspira la sagrada religión".

domingo, 3 de octubre de 2010

30 de mayo de 1810

La noticia de la Revolución llegó oficialmente a Montevideo el 30 de mayo de 1810. Se convocó a un cabildo abierto que se reunió el 1 de junio y se resolvió privilegiar la unión a la Capital y reconocer a la nueva Junta, a la seguridad del territorio y conservación de los derechos de Fernando VII. Al día siguiente, la asamblea se desdijo y condicionó su apoyo a que la Junta se sometiese al Consejo de Regencia de Cádiz. Ante esto, los porteños optaron por enviar a Juan José Paso a Montevideo en misión conciliadora. Recibido el 8 por la asamblea, sólo obtuvo una rotunda declaración de no reconocimiento. Quedó así planteada una situación que se resolvería por las armas en 1814. En los años intermedios la situación se complicó por los intentos portugueses para apoderarse de la Banda Oriental. Y el 4 de marzo de 1812 - pocos días antes de la llegada de San Martín- la artillería de ocho buques de guerra montevideanos bombardeaba a Buenos Aires, sin mayores resultados.

Fuente: www.todo-argentina.net

sábado, 2 de octubre de 2010

El 25 de mayo, una jarana

Buenos Aires, Mayo 26/810
Señor. D. José Gregorio Aráoz
Querido Chuchi:
Por tu esquela que he recibido debo decirte que todas las prevenciones y encargos que me haces son a destiempo: los breviarios ya están retobados y marchamados; por el correo pasado que me previenes no te compres Bayetas, te contesté ya las tenía compradas. Mañana pienso cargar, esto es si no hay ninguna novedad; por estar este pueblo tan alborotado: el 23 hizo dimisión del mando el señor virrey en el Cabildo: el 24 hizo el Cabildo en nombre del pueblo una Junta que se componía del presidente de ella al señor virrey, vocales el doctor Solá, Saavedra, el doctor Castelli, Anchorregui (sic), Leiva, fiscal Moreno y Pazos secretario con tratamiento de Excelencia. Se echó bando, se repicaron en todas las iglesias, se iluminó el pueblo para que se reconociesen a estos sujetos: al otro día 25, que fue ayer, otro alboroto, que no estaba conforme el pueblo con esta Junta, renunciaron todos estos señores de su empleo, y se ha formado nueva Junta compuesta del comandante Saavedra presidente y comandante general, los vocales el doctor Moreno, don Juan Larrea que es ... (roto)... el cura de San Nicolás, el mismo Castelli, Leiva, Domingo Matheu, y otros más que por todos son diez, hoy se ha echado el bando para que se reconozcan, y mañana puede que sean otros. Me parece que te sobra a ti dinero y a mí también; yo no pienso emplear más sino mandarme mudar, por lo que veo esto no está nada bueno, pero no sé cómo sacar mi licencia, porque no sé hasta ahora quién nos gobierna. Tu afectísimo.

J:M:Silva

Somos 27. Te harás cargo por el bando que te incluyo de los sujetos de la nueva Junta, y luego pasará dicho bando al padre fray Jacinto Ruiz de la orden de Predicadores y le dirá se la remite su padre. Acabo de recibir los documentos, dos p. de poder de Sanz y quedan en poder de Doral.
A Méndez que sus prevenciones son inoficiosas, que no le tengo comprado nada: por klechero no me remitió en derechura la nota, y me despachó bajo de cubierta de algún mozo de Santa Coloma, y hasta ahora no la he recibido; bastante me ha perjudicado, que si no es él, no me encuentro en esta Jarana. Vale.

Fuente:
Carta de José Silva, tucumano de paso en Buenos Aires, a José Gregorio Aráoz, de Tucumán. Archivo histórico de Tucumán. Documentación Dr. Ernesto E. Padilla, carpeta 28.

Nota: José Manuel Silva fue un comerciante acaudalados en Tucumán, gobernador de la provincia en 1828. La revolución de Mayo lo encontró en Buenos Aires, y desde allí escribió esta carta a Tucumán, a su amigo José Gregorio Aráoz.

Proclama del 29 de Mayo de 1810

Cuerpos Militares de Buenos Aires! La energía con que habéis dado una autoridad firme a vuestra Patria, no honra menos vuestras armas, que la madurez de vuestros pagos distingue vuestra generosidad y patriotismo.
Agitados los ánimos por la incertidumbre de nuestra exigencia política, supisteis conciliar todo el furor de un entusiasmo exaltado con la serenidad de un ciudadano que discurre tranquilamente sobre la suerte de su Patria y las armas que cargábais no sirvieron si no para abrir a la razón, para que recuperando sus derechos fuese la única guía de una resolución magnánima que debe fijar el destino de estas provincias.
Los pueblos antiguos no vieron un espectáculo tan tierno como el que se ha presentado ante nosotros y cuando se creía apurado vuestro espíritu por el contraste a que la triste situación de la península lo había reducido, un heroico esfuerzo se propuso vengar tantas desgracias, enseñando al opresor de la Europa que el carácter americano opone a su ambición una barrera más fuerte que el inmenso piélago que ha contenido hasta ahora sus empresas.
¿Quién no respetará de ahora en adelante a los Cuerpos Militares de Buenos Aires?. Si examina vuestro valor lo hallarán consignado por las más gloriosas victorias; si se meditan esas intrigas; que más de una vez dieron por tierra con los pueblos esforzados, temblarán al recordar esa gloriosa escena que precedió a la inauguración de esa Junta; la sabiduría presidía vuestros discursos, las más vivas penetraciones disipaban los sofismas y religiosos observadores de los derechos del Rey y del pueblo; nada pudo desviarnos del camino legítimo que habíais meditado para su conservación.
Conservad siempre unida la oliva de los sabios al laurel de los guerreros y esperad de la Junta un celo para vuestro bien, igual al que habéis manifestado para formarla. Esta recíproca unión de sentimientos a fijado las primeras atenciones de la Junta, sobre la mejora y fomento de la Fuerza militar de estas provincias; y aunque para justa gloria del país es necesario conocer un soldado en cada habitante, el orden público y la seguridad del Estado exigen que las esperanzas de los buenos patriotas y fieles vasallos reposen sobre la fuerza reglada correspondiente a la dignidad de estas provincias; a este fin, a acordado la Junta las siguientes medidas en cuya pronta y puntual observancia interesa sus respetos y todo vuestro celo:
* Los Batallones Militares existentes se elevarán a regimiento con la fuerza efectiva de 1.116 plazas, reservado la Junta proveer separadamente sobre el arreglo de la caballería y artillería volante.
* Queda publicada de este día una rigurosa leva en que serán comprendidos todos los vagos y hombres sin ocupación desde los 18 hasta los 40 años.
* Volverán al Servicio Activo todos los rebajados que actualmente no estuvieron ejerciendo algún arte mecánico o servicio público.
* Los alcaldes del barrio presentarán para el sábado de la presente semana todos los estados de los habitantes de sus respectivos cuarteles, que por anteriores providencias se hallaban pedidos.
* Los mismos alcaldes de barrio ocurrirán al vocal de la Junta, Coronel D Miguel de Azcuénaga, para que en virtud de la comisión particular que tiene par el, efecto, dé las órdenes respectivas a la incorporación de aquellos individuos que deban aumentar la Fuerza Armada.
* Los mismos alcaldes de barrios ocurrirán al mismo Sr Azcuénaga para que les haga entregar la armería Real el número de fusiles correspondientes al número de hombres que se vaya aumentando.
* Estando igualmente encargado el Sr Azcuénaga de activar y velar con especialidad sobre los trabajos de armería, se le dará razón de los fusiles descompuestos que introduzcan en ella, para que se apresure su compostura y devolución.
* Los alcaldes de barrios, comisionados y vecinos que tratasen de devolver las armas que se han exigido por bando, harán la entrega en la casa del Sr Azcuénaga, por cuyo conducto se impartirá las órdenes relativas a esta importante materia.
* Habiendo tomado la Junta medidas seguras para el acopio de las armas, capaz de proveer el aumento de nuestra fuerza, espera del celo de los comandantes militares no omitirán diligencia alguna que sea conducente a la integración de sus cuerpos bajo el plan propuesto.

Fuente: es.wikisource.org

martes, 21 de septiembre de 2010

28 de mayo de 1810

La Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Rio de la Plata á nombre del Sr. D. Fernando VII manifiesta la siguiente Instruccion, que servirá de regla en el método del despacho, y ceremonial en actos públicos.

I. La Junta se congregará todos los dias en la Real Fortaleza, donde será la posada del Sr. Presidente, y durará su reunion desde las neuve de la mañana hasta las dos de la tarde, y desde las cinco hasta las ocho de la noche.II. Todos los asuntos gubernativos y de Hacienda se girarán ante élla por las Oficinas respectivas.
III. El Departamento de Hacienda en la Secretaría correrá á cargo del Doctor D. Juan José Passo; y el Departamento de Gobierno y Guerra á cargo del Doctor D. Mariano Moreno.IV. En los decretos de substanciacion, contestaciones dentro de la Capital, asuntos leves, y de urgente despacho bastará la firma del Presidente, autorizada por el respectivo Secretário.V. En los negocios que deban decidirse por la Junta, la formarán quatro Vocales con el Presidente; pero en los asuntos interesantes de alto gobierno deberán concurrir todos precisamente.
VI. En las representaciones y papeles de oficio se dará á la Junta el tratamiento de Excelencia: pero los Vocales no tendrán tratamiento alguno en particular.
VII. Las Armas harán á la Junta los mismos honores que á los Excmos. Señores Vireyes: y en las funciones de Tabla se guardará con élla el mismo ceremonial.
VIII. El Sr. Presidente rebibirá en su persona el tratamiento y honores de la Junta como Presidente de ella; los quales se le tributarán en toda situacion.
IX. Los asuntos de Patronato se dirigirán á la Junta en los mismos términos que á los Señores Vireyes; sin perjuicio de las extensiones á que legalmente conduzca el sucesivo estado de la Península.X. Todo Vecino podrá dirijirse por escrito ó de palabra á quelesquiera de los Vocales, ó á la Junta misma, y comunicar quanto crea conducente á la seguridad pública, y felicidad del Estado.

Buenos-Ayres 28 de Mayo de 1810.

Dr. Mariano Moreno. Secretario.

Imprimase - Rubrica de S.E.- Dr. Moreno.

CON SUPERIOR PERMISO:

Buenos-Ayres en la Real Imprenta de Niños Expósitos.

martes, 14 de septiembre de 2010

Biblioteca Pública de Buenos Aires

Parece haber surgido en Inglaterra y en las colonias inglesas de América, la idea de que el erario público debía sostener y mantener bibliotecas abiertas a toda clase de lectores ; con esa idea se abrió al público en 1711 la Biblioteca Real de España, bajo Felipe V. Casi un siglo después, los hombres de Mayo se apoyaban en la educación para la difusión de las luces y para ello era necesario contar con una Biblioteca Pública de Buenos Aires. La sociedad se enteró de su creación por un artículo aparecido en el periódico La Gazeta, del 13 de septiembre de 1810, en una nota que seguía al título de Educación. El decreto había sido refrendado el 7 de septiembre de 1810, y originalmente funcionó en un local de la Junta de Temporalidades, en los fondos del colegio de San Carlos, en los altos de la esquina de las actuales calles Moreno y Perú, en la denominada Manzana de las Luces.
Se creaba para facilitar “a los amantes de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos”. Su primer material bibliográfico fue donado por instituciones como el Cabildo Eclesiástico y el Real Colegio San Carlos, además de los aportes de Luís Chorroarín y Manuel Belgrano (junto a su hermano Domingo, donaron todos sus libros). Mariano Moreno fue designado su Protector, mientras que Cayetano Rodríguez y Saturnino Segurola fueron nominados primero y segundo bibliotecario , y por supuesto, ellos también acercaron libros. En un documento del 22 de agosto, la Junta ordena que “se encajone toda la librería del Obispo Orellana y todos los libros que hubiesen de los demás reos...”, refiriéndose a quienes en Córdoba apoyaron al ex virrey Santiago de Liniers; de esta manera, los libros a disposición de la sociedad, se fueron incrementando. Rápidamente llegaron las donaciones de por ejemplo, los comerciantes ingleses, quienes acercaron valiosos libros entre los que se encontraba Descripción de la Patagonia, del jesuita Thomas Flakner; obras médicas, historias universales, clásicos latinos, obras prohibidas por la iglesia, etc. Pueden citarse: Diderot, Monstesquieu, Rousseau, Voltaire, Genovesi (economista), Cayhetano Filangieri (dio a conocer a los ilustrados franceses), Quesnay, Adam Smith, Condorcet , entre muchos otos que influyeron a los hombres de Mayo.
Entre 1811 y 1821, la dirección fue ejercida por Luís Chorroarín, hasta que un decreto de Martín Rodríguez, lo reemplazado por Saturnino Segurola. Desde 1822 a 1828 ejerció el cargo Manuel Moreno, hermano de Mariano; para 1823 la biblioteca contaba ya con más de 17.000 volúmenes.
Por: Juan Carlos Ramirez

sábado, 28 de agosto de 2010

27 de Mayo de 1810

Buenos Aires, 27 de mayo de 1810

"... Ayer se instaló la Junta de un modo y forma que ha dejado fijada la base fundamental sobre lo que debe elevarse la obra de la conservación de estos dominios al señor don Fernando VII. Los ejemplares impresos de los adjuntos bandos, y noticia..., que el excelentísimo Cabildo , y aun el excelentísimo señor virrey,... dan a Usía, no dejan duda a esta Junta de que será mirada por todos los jefes, corporaciones, funcionarios públicos y habitantes de todos los pueblos del virreinato, como centro de la unidad, para formar la barrera inexpugnable de la conservación íntegra de los dominios de América a la dependencia del señor don Fernando VII, o de quien legítimamente le represente. No menos espera que contribuirán los mismos a que, cuanto más antes sea posible, se nombrasen y vengan a la Capital los diputados que se enuncian para el fin expresado en el mismo acto de instalación..."
"...Así mismo importa que Usía quede entendido, que los diputados han de irse incorporando en esta Junta conforme y por el orden de su llegada a la Capital, para que así se hagan de la parte de confianza pública que conviene el mejor servicio del Rey y gobierno de los pueblos; imponiéndose, con cuenta anticipada conviene a la formación general, de los graves asuntos que tocan al gobierno. Por lo mismo, se habrá de acelerar el envío de diputados; entendiendo debe ser uno por cada cuidad o villa de las provincias..."
"...Servirá a todos los pueblos del virreinato de la mayor satisfacción el saber, como se lo asegura la Junta, que todos los tribunales, corporaciones, jefes y ministros de la Capital, sin excepción, han reconocido la Junta, y prometido su obediencia para la defensa de los augustos derechos del Rey en estos dominios..."
*Real Fortaleza de Buenos Aires, 27 de mayo de 1810 - Cornelio Saavedra - Dr. Juan José Castelli- Manuel Belgrano - Miguel de Azcuénaga - Dr. Manuel Alberti - Domingo Matheu - Juan Larrea - Dr. Juan José Paso, secretario - Dr. Mariano Moreno, secretario.

Senado de la Nación. Biblioteca de Mayo

Las virtudes y las naciones

Moreno no fue protagonista de la Semana de Mayo. No se lo escuchó como a Castelli en el famoso Cabildo del 22, ni anduvo por la plaza con los chisperos de French y Beruti. Su protagonismo comenzó el 25 de mayo de 1810, al asumir las Secretarías de Guerra y Gobierno de la Primera Junta. Desde allí desplegará toda su actividad revolucionaria. Bajo su impulso, la Junta produjo la apertura de varios puertos al comercio exterior, redujo los derechos de exportación y redactó un reglamento de comercio, medidas con las que pretendió mejorar la situación económica y la recaudación fiscal. Creó la biblioteca pública y el órgano oficial del gobierno revolucionario, La Gazeta, dirigida por el propio Moreno, que decía en uno de sus primeros números: "El pueblo no debe contentarse con que sus jefes obren bien; él debe aspirar a que nunca puedan obrar mal. Seremos respetables a las naciones extranjeras, no por riquezas, que excitarán su codicia; no por el número de tropas, que en muchos años no podrán igualar las de Europa; lo seremos solamente cuando renazcan en nosotros las virtudes de un pueblo sobrio y laborioso".
Por: Felipe Pigna

miércoles, 28 de julio de 2010

Abascal, virrey contrarevolucionario

Fernando de Abascal y Souza(1743-1821) era nativo de Oviedo, en el norte de España. Siguió una carrera militar y visitó América por primera vez en 1767, como un oficial subalterno asignado a la guarnición de Puerto Rico. Después de servir en España, regresó a América con la expedición de 1776 al Río de la Plata, que tomó el puesto portugués de Sacramento, en la banda oriental del río, y estableció un nuevo virreinato gobernado desde Buenos Aires. Tras servir en Santo Domingo y La Habana, fue a Guadalajara (México) en 1799 como presidente de la Audiencia. Nombrado virrey del Río de la Plata, Abascal fue transferido al Perú antes de que pudiera asumir su cargo en Buenos Aires, pero las complicaciones producidas por la guerra retrasaron su arribo a Lima hasta 1806, donde fue el virrey hasta 1816.
Reprimió con firmeza las conspiraciones contrarias a la persistencia del domino español en el Perú entre 1809 y 1810. mientras sus pares en otras capitales virreinales aceptaban las demandas revolucionarias. Peparó fuerzas expedicionarias con las que sofocó los primeros movimientos independentistas de Chile, Ecuador y el Alto Perú, y estuvo cerca de destruir la junta de gobierno patriota de Buenos Aires. Fue un convencido realista y absolutista, obstaculizó la implementación en el Perú de la constitución de Cádiz de 1812. Aunque el Perú sufrió un trastorno entre 1814 y 1815 por una seria insurrección en el Cuzco, seguía siendo un bastión del fidelismo cuando Abascal se retiró a la península en 1816.
Siguiendo a John Fisher en su libro El Perú Borbónico (IEP, Lima, 2000), por su papel represor fue honrado por el rey Fernando VII de España con el título de "Marqués de la Concordia".
Sus colaboradores principales fueron criollos o peninsulares de larga residencia en América pero de ideas o experiencias políticas diferentes a los colaboradores de los funcionarios que le precedieron. El 13 de julio de 1810 creó el Ejército del Alto Perú y puso al frente como comandante a José Manuel de Goyeneche, nacido en 1776, hijo de un navarro casado con una arequipeña. El Comandante Goyeneche, quien estudió en España donde hizo su carrera militar, llegó a ser la figura clave en la política externa del régimen entre 1809 y 1813; también su hermano mayor, que fuera nombrado Oidor del Cuzco en 1806, y de Lima en 1813, y otro hermano menor fue Obispo de Arequipa a partir de 1816.
Carlos IV lo nombró Caballero de Santiago, y Goyeneche regresó al Perú en diciembre de 1808 como Comisionado de la Junta Central y Brigadier del ejército. El Virrey Fernándo de Abascal y Sousa lo envió al Cuzco como Presidente interino el lo de setiembre de 1809, en la época de la primera intervención militar limeña en los asuntos del Alto Perú. El virrey lo puso por encima del Regente, el galaico Manuel Pardo y Ribadeneira.
Otro colaborador del virrey contrarevolucionario fue Juan Pío de Tristán y Moscoso (n. 1773), que perteneció a dos familias notables de Arequipa. Su padre era corregidor de Larecaja en el momento de la rebelión de Túpac Amaru. Pío Tristán y su hermano también recibieron su primera experiencia militar en España, y regresaron con Goyeneche. La carrera de Tristán revela las continuidades en la historia peruana en esa época, a pesar de la eventual ruptura con España y la formación de la República del Perú. En 1815, Tristán era Intendente de Arequipa, y en 1816 presidente interino del Cuzco.
Fue en Cuzco, en donde Goyeneche reclutó los soldados del Ejército del Alto Perú para combatir a los independentistas de Buenos Aires.

domingo, 4 de julio de 2010

Sobre la historia

El 1º de julio es el día del "historiador"; fecha elegida debido a que en ese día de 1812, el Primer Triunvirato emitió un decreto por el cual el gobierno "ha determinado se escriba la historia filosófica de nuestra feliz revolución". El trabajo de la primera historia argentina recayó en el Deán Gregorio Funes, autor del Ensayo de la Historia Civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán.
El hombre siempre manifestó la necesidad de contar sus experiencias, como individuo y como sujeto social. En sociedades ágrafas el relato oral, única vía para transmitir vivencias propias o escuchadas de terceras personas, necesitaba la concurrencia de público y narradores en un mismo espacio y tiempo.
El narrador siempre resigna referencias verificables para dar lugar a la intriga, a la aventura, a la historia. Ningún narrador pretende emular a Funes, el memorioso, de Jorge Luís Borges, capaz de relatos tan pormenorizados como carentes de análisis. Los relatores de historias no siempre sienten la obligación de la veracidad, sólo tienen que ser verosímiles, creíbles. Aquellos contadores de La Ilíada o La Odisea, no se cuestionaban por no diferenciar lo posiblemente humano de lo fantástico; tampoco lo hacían los oyentes, destinatarios pasivos y acríticos pero siempre presentes. Con la escritura aparecieron libros de historia y los relatos dejaron de ser fugaces impresiones para dar lugar a posibilidades de reflexión, consultas meditadas, cuestionamientos. También se superó la relación tempo espacial; la historia escrita nos permitió conocer escenarios no visitados y tiempos no vividos, sin la mediación del narrador en cuerpo presente. Desde Heródoto, la Historia como Memoria Humana pasó a ser una memoria más profunda y universal.
Tucídides superó las narraciones históricas que proponían explicaciones mágicas, cuando busco los motivos que provocaron la Guerra del Peloponeso. Explicaba a un público no presente, no necesariamente conocedor, las causas de un acontecimiento dejando de lado la intervención de los dioses para dar paso a las responsabilidades de los humanos en la construcción de su propio pasado. Con la aparición de las religiones de grandes masas, la inquietud por las causalidades humanas dejó de ser prioritaria y las causas últimas tanto como las primeras, fueron consideradas como parte de un Plan Universal. La fuente de conocimiento dejó de ser empírica o documentable y pasó la Biblia a ser fuente de Verdad única.
El desarrollo tecnológico aplicado y sostenido a partir del S XV, permitió la producción y circulación de conocimientos y las intencionalidades de relatos históricos se diversificaron. De este modo, la Revolución Francesa apuntó al desarrollo de ciudadanos, la valoración del Hombre y sus Derechos Universales; pero no mucho tiempo después, la política francesa se inclinó por relatos históricos que formaran patriotas, subordinando así al Hombre a las instituciones o sentimientos propios de la sociedad en donde vivía. El objeto de la Historia, la investigación y difusión de los hechos de los hombres en el pasado, siguió siendo el mismo pero no necesariamente eran las mismas conclusiones porque las motivaciones podían ser tan diferentes, como diferentes comenzaban a ser los criterios de verdad empleados. Las historias dejaron de ser universales y la Verdad dejó de escribirse en singular y perdió su omnipotencia.
Hoy, el historiador prohijado por el Estado o por fortunas personales, comparte su podio con los surgidos de las universidades democráticas, con investigadores sin títulos profesionales, con los que recogen voces en los pueblos levantando memorias olvidadas. Los historiadores tienen hoy un campo de investigación mucho más amplio, mejores herramientas, interlocutores que cuestionan, y sus obras nos aproximan al Conocimiento desde diferentes ángulos sin pretensiones de apropiación de la Verdad absoluta. Los docentes de historia de hoy, tenemos para estudiar y que estudiar, mucho y más variado que nuestros antecesores, en la búsqueda de que nuestros alumnos se formen en la diversidad y con espíritu crítico, para que en las Memorias de la Humanidad no se excluya a través nuestro al gran protagonista: el pueblo.
Juan Carlos Ramirez.

domingo, 20 de junio de 2010

Costo de vida en Buenos Aires para 1790

Contrariando la opinión general, la vida en la época colonial, en Buenos Aires y su campaña, no fue fácil ni barata. Una casa de tres habitaciones, dependencias para el servicio y tres patios, ubicada en el barrio de Santo Domingo, no se podía adquirir por menos de cuatro mil quinientos a cinco mil pesos, dependiendo de la calidad de los materiales empleados y si tenía terraza.
El amoblamiento de la misma superaba los dos mil quinientos y se acercaba mucho a los tres mil, o algo más si los muebles eran de jacarandá o nogal o fabricados en España o Francia y traídos por encargo. Los cortinados, fundas de los muebles, espejos, almohadones y otros complementos representaban como mínimo los quinientos pesos, dependiendo de los géneros usados, pues había diferencias apreciables entre el damasco, la seda y el algodón posibles de utilizar en ellos.
En lo referente a la comida y la bebida, los gastos anuales eran tolerables, dado que el alimentos básico era la carne, tanto vacuna, como ovina o porcina, a la que se agregaban los animales domésticos, las aves de corral o los salvajes de la fauna menor. Pero en promedio se necesitaba, para una familia que podemos llamar tipo para la época, de cinco personas y otros tantos sirvientes, no menos de 8 ó 10 pesos diarios, que eran entre 250 y 300 mensuales, o sea, unos 1.100 al año. Aunque parezca excesivo este gasto en comida y bebida, debe considerarse que el personal de servicio no cuidaba los utensilios utilizados y buena parte de los elementos usados eran tirados a la basura o dados a los perros y gatos de la casa o a los limosneros que a diario hacían sus recorridas por el polo urbano de la ciudad.
Respecto a estos mendicantes, hay relatos que indican a varios de ellos con sitios reservados en la Plaza Mayor, donde se dirigían, junto a su o sus perros, cuando habían logrado la cantidad de comida apetecida y, tirados en el suelo, daban entre todos cuenta de lo recogido. Respecto a los gastos de comidas y bebidas, existía la recomendación de tener como plato principal, carne de vaca hervida, no asada, acompañada con mate o agua.
Una estimación promedio del costo de la batería de cocina era de cien pesos o algo más, siempre que predominaran las piezas de cobre, pues si se preferían las de plata, esa cantidad se multiplicaba por cuatro. La cantidad de ropa blanca para las camas, como las toallas, insumía al año una suma estimada en cien pesos.
Un gasto nunca ajustado y siempre cambiante fue el correspondiente al calzado de las mujeres mayores, pues además de hacerse en cada casa los zapatos, para ahorrar una buena suma, esa confección casera resultaba ajustada al gusto estético de quien los llevaría, pero deficiente y, por ello, al año cada mujer necesitaba renovar el calzado entre cuatro y cinco veces. A ello había que agregar que cada dueña de casa, como sus hijas en edad de casarse, necesitaban por lo menos tres tipos de calzado. Uno para entrecana, otro para salir de visita o compras y un tercero para las reuniones sociales, donde se bailaba.
Un gasto que era incontrolable e imposible de evitar era el ocasionado por el mal trato que los esclavos del servicio doméstico daban al menaje que no era metálico. Hay muchos inventarios de bienes, que indican ese menaje como averiado en mayor o menor proporción y son muchos los juegos de tazas, platos, copas o vasos incompletos o desportillados. Muchas de las piezas metálicas bronce, hierro o plata presentaban abolladuras y hasta rajaduras que afeaban el aspecto o imposibilitaban el uso. No eran raros en los inventarios los asideros o mangos defectuosos y hasta faltantes.
La cantidad de personal doméstico variaba de casa a casa, pero para la familia tipo mencionada, no era menos de cinco. El precio promedio de cada uno de ellos era de entre 200 y 300 pesos, dependiendo de la edad, tiempo de estada en la ciudad y habilidades. Su distribución en las tareas de la casa era más o menos fija. Este personal se componía de un cocinero para hacer las compras en el mercado y distribuir el menú diario en forma armónica y dentro del presupuesto disponible; una persona para acarrear el agua necesaria en la cocina y para fregar los utensilios usados; una tercera para paje y lacayo, que acompañaba a la señora de la casa al templo, a recorrer tiendas y a hacer las compras y que se ocupaba de la limpieza de los niños; una cuarta persona era quien hacía de cochero y en los ratos libres se ocupaba de la limpieza de la casa y demás menesteres interiores.
En las familias pudientes, a este plantel básico se agregaba la negra de cría, así llamada por ser quien amamantaba a los niños pequeños y ayudaba a la señora en la intimidad de su alcoba. Todo ese personal doméstico de origen esclavo estaba supervisado por el mayordomo blanco que los controlaba y corregía, evitando roturas y robos. Como no había profesionales en ese entonces para este último trabajo, se lo agregaba con una asignación anual y un lugar para vivir. A pesar de estas ventajas, hubo quienes lograron ubicarse en el seno de familias importantes para desaparecer al poco tiempo, con dinero, alhajas o ropas, como consta en el archivo de Tribunales.
Otro gasto que significaba preocupación era la limpieza y conservación de las prendas, pues además del lavado era necesario almidonarlas, especialmente las enaguas y los delantales, para cuando se recibían visitas. La ropa de uso personal y la de cama e higiene, se deterioraba bastante, por el método utilizado para lavarla, ya que los jabones usados estaban fabricados en base a lejías que debilitaban, cuando no carcomían, las fibras de los tejidos, junto con el apaleamiento complementario, que se hacía en las toscas del río, para sacar de ellas los excesos de jabón.
En general esa sociedad colonial puede ser considerada como austera, salvo cuatro vicios. Uno de ellos era el abanico, prenda imprescindible para una mujer que apreciaba la elegancia y la sofisticación sociales. Otro correspondía a los hombres y era el uso de relojes de bolsillo, también considerados esenciales, para completar el vestir masculino en todas las actividades diarias. Un tercero era de hombres y mujeres, y consistió en el consumo de tabaco y de rapé. Este último se decía que estaba reservado para las personas de estudio y se le atribuían propiedades para aclarar los pensamientos y tener la cabeza clara. El cuarto defecto o vicio fue el de la excesiva limosna, cuando superaba las realidades fácticas de quien la prodigaba. Hubo familias que hicieron una cuestión de honor de la cantidad de mendicantes que acudía a su puerta a diario para obtener comida, ropa, calzado. Esa ayuda incluía a sacerdotes, sin distingo de órdenes.
Son muy raras las manifestaciones sobre mujeres dadas al excesivo consumo de bebidas, pues ni aún entre las esclavas, manumitidas o libertas han quedado registros de sus nombres o costumbres.
Un rubro de poca repercusión en la sociedad de su tiempo es el que corresponde a los gastos en bibliotecas y libros, posiblemente por el elevado precio de ambas cosas.
De los inventarios, legajos y herencias posibles de consultar, se desprende que las casas más lujosamente puestas, correspondían al alto clero, especialmente en los rubros de muebles, ya que en ellas predominaron los de jacarandá con patas torneadas de pie de cabra, colgaduras de damasco y hasta mulas mansas con las consiguientes guarniciones adornadas con penachos de seda.
Dado los cambios ocurridos en la economía argentina resulta imposible hacer una estimación del valor adquisitivo de la moneda de aquel entonces comparándola con la actual, pero es posible inferir que el presupuesto de la familia tipo considerada, significó el equivalente de quince o más de las familias de los sectores trabajadores.

Carretero, Andrés Manuel. Vida cotidiana en Buenos Aires. Ed. Planeta.

La jabonería de Vieytes

Entre las costumbres del período tardocolonial, se encuentra la de reunirse en los salones de las casas privadas, para llevar adelante las tertulias. En estos encuentros se conversaba sobre temas varios, afirmando De Privitellio que en este tipo de reuniones, participaban los más acomodados de la sociedad.
Como consecuencia de las Invasiones Inglesas y la crisis de la Corona española, conversar de política es una novedad que se incorpora en las temáticas sociales.
La fábrica de jabón que pertenecía a Juan Hipólito Vieytes y Nicolás Rodríguez Peña, se convirtió en la sede de las reuniones de aquello que desde 1809 comenzó a ser llamado "partido patriota". La jabonería estaba en Tacuarí y Venezuela, y por allí desfilaban los patriotas, tejiendo ya las redes de la futura revolución.
Otro lugar de tertulia y conspiración fue la casa de Rodríguez Peña. Pero no son éstos los únicos lugares de sociabilidad que se politizan. Otro lugar es "el café de Marco, donde se juntaban los jóvenes intelectuales, casi todos ellos alumnos del colegio San Carlos, que no por casualidad quedaba frente al café. Y señala De Privitellio: "En este lugar, que a diferencia de los anteriores era público, se fue conformando la idea de la existencia de una verdadera ''opinión pública'', otra notable novedad para la ciudad de Buenos Aires. Ciertamente, todos ellos eran partidarios de la facción más extrema de los revolucionarios, aquellos que luego serán identificados como morenistas. A Saavedra, este café le parecía tan peligroso, que luego de los acontecimientos del 5 y 6 de abril de 1811 (una movilización popular en apoyo del Presidente de la Primera Junta, y en contra de los morenistas), ordenó a Juan Bautista Bustos que lo cerrara, y se detuvo a varios de los asistentes".

sábado, 5 de junio de 2010

Bicentenario


La Nación Argentina es una creación colectiva, es el estado actual de un largo proceso, de construcciones que se reformulan permanentemente. El esfuerzo conjunto de pueblos por consolidar un camino en común se tradujo en la Historia Nacional escrita por quiénes representaban más a los responsables de las desigualdades notorias en Mayo de 1910, que a los que construían con la exposición de su propio cuerpo, de sus fatigas, dolores y penares, la opulencia que la orgullosa clase dirigente exhibía como logros. Aquella burguesía proyectaba su optimismo al futuro, dejándonos una muestra de la opulencia lograda en estatuas glorificadoras de su presente, el que no incluía... a los excluidos de siempre.
Aquel sujeto inmigrante constructor de una nueva raza blanca en América, el crisol, comenzaba a ser el cuestionador violento, tan distante al criollo manso, a esos gauchos devenidos en Don Segundo Sombra, luego de ser Martín Fierro o el Gaucho Hormiga. Otra utopía de los 25 de Mayo comenzaba a no ser creíble, a deconstruirse, a ser añorada. No la Utopía Moreniana de la igualdad, no la de los Estados Unidos en el Sur, sino la de la América Europea.
Se preguntaba Andrés Rivera (La revolución en un sueño eterno), ¿Qué nos faltó para que la utopía venciera a la realidad?, pregunta que se han hecho todos los dirigentes desplazados, o los intelectuales que representaban a la élites. A nuestra generación le paso el Terrorismo de Estado como brutal intento de frenar posibles Revoluciones de Mayo y sus intentos de discutir la distribución de la renta.
Sostiene atinadamente Federico Lorenz, que el Juicio a la Junta (1985) fijó un “piso de verdad histórica”. Como sociedad, enfrentamos la dificultad de no lograr elaborar un relato histórico abarcador que pueda unirnos desde su enseñanza en las escuelas. Nuestras contradicciones están más acentuadas que nunca. Incluso, por años hemos sostenido la necesidad de crear y sostener la Patria Grande, pero como condición, muchos sostienen que sea sin bolivianos, peruanos, paraguayos, etc., etc. Muchos añoran lo que dio lugar al relato del guatemalteco Augusto Monterroso (La oveja negra y demás fábulas), la idea de hacer muertas estatuas a las revoluciones fracasadas como forma de dejarlas quietas y en el pasado. También se podría seguir buscando el horizonte que el Che oteaba, cuando Alberto Korda le saco la famosa foto. Algunas historias argentinas, recuerdan a la idea de Comunidades imaginarias, de Benedit Anderson. Después de todo, crece la historiografía que plantea que Argentina, que América toda, sólo es un resultado, una consecuencia casi mecanicista del proceso de desintegración de la unidad monárquica española (Fabio Wasserman), opinión que se suma a los que interpretan que la historia toda, es producto de lo impensado, del azar (las Invasiones Inglesas y la reacción del pueblo en general, por ejemplo).
Qué respuestas buscaremos en este Bicentenario, con qué preguntas. Como docentes, qué recorte practicaremos, cómo lo difundiremos. Cómo actores sociales de cambio, ¿buscaremos un camino alternativo para recorrer trayectos históricos? o reafirmaremos lo dado aún conscientes de que ello, depende de quién lo dio. Aunque no nos preguntemos para qué lo hizo, ni por qué lo repetimos.

Por: Juan Carlos Ramirez

domingo, 30 de mayo de 2010

Acta de instalación de la Junta

En la muy Noble y muy Leal ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa Maria de Buenos Aires, á 25 de Mayo de 1810, sin haberse separado en la Sala Capitular los Señores del Excmo. Cabildo, se colocaron á la hora señalada bajo de docel, con sitial por delante, y en él la imagen del Crucifijo y los Santos Evangelios y comparecieron los Señores Presidente y Vocales de la nueva Junta Provisoria gubernativa, D. Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan José Castelli, Licenciado D. Manuel Belgrano, D. Miguel de Azcuénaga, Dr. D. Manuel Alberti, D. Domingo Mateu y D. Juan Larrea; y los Señores Secretarios Dr. D. Juan José Passo y Dr. D. Mariano Moreno, quienes ocuparon los respectivos lugares que les estaban preparados, colocándose en los demás los Prelados, Jefes, Comandantes y personas de distinción que concurrieron. Y habiéndose leído por mi, el actuario, la acta de elección, antes de jurar expuso el Sr. Presidente electo, que en el día anterior había hecho formal renuncia del cargo de Vocal de la primera Junta establecida, y que solo por contribuir á la tranquilidad pública y á la salud del pueblo, admitía el que se le conferían de nuevo, pidiendo se sentase en el Acta esta su exposición: seguidamente hincado de rodillas, y poniendo la mano derecha sobre los Santos Evangelios prestó juramento de desempeñar legalmente el cargo, conservar íntegra esta parte de América á nuestro Augusto Soberano el Sr. Don Fernando VII, y sus legítimos sucesores, y guardar puntualmente las leyes del Reino. Lo prestaron en los mismos términos los demás Señores Vocales por su orden, y los Señores Secretarios contraído el exacto desempeño de sus respectivas obligaciones: habiendo expresado el Sr. Don Miguel de Azcuénaga, que admitía el cargo de vocal de la Junta, para que por el Excmo. Cabildo, y por una parte del pueblo había sido nombrado en este día, atento al interés de su bien orden, y tranquilidad: más que debiendo ser la opinión, no solo del Exmo. Cabildo, sino la universal de todo el vecindario, pueblo, y partidos de su dependencia, pedía se tomara la que faltase y la represente; para la recíproca confianza, y seguridad de validez de todo procedimiento. Finalizada la ceremonia dejó el Excmo. Cabildo el lugar que ocupaba bajo el docel y lo tomaron los Señores Presidente y Vocales de la Junta; y el Sr. Presidente exhortó al concurso, y al pueblo a mantener el órden, la unión, y la fraternidad como también á guardar respeto, y hacer el aprecio debido de la persona del Excmo. Sr. Don Baltazar Hidalgo de Cisneros, y toda su familia; cuya exhortación repitió en el balcón principal de las casas capitulares, dirigiéndose a la muchedumbre del Pueblo que ocupaba la plaza. Con lo que se concluyó la acta de instalación, retirándose dicho Sr. Presidente, y demás Señores Vocales, y Secretarios á la Real Fortaleza por entre un inmenso concurso con repiques de campanas, salva de artillería en aquella, adonde no paso por entonces el Excmo. Cabildo, como lo había ejecutado la tarde de la instalación de la primera Junta, á causa de la lluvia que sobrevino, y de acuerdo con los Señores Vocales, reservando hacer el cumplido el día de mañana y lo firmaron de que doy fé Juan José Lezica; Martin Gregorio Yaniz; Manuel Mancilla; Manuel José de Ocampo; Juan de Llano; Jaime Nadal y Guarda; Andrés Domínguez; Tomas Manuel de Anchorena; Santiago Gutiérrez; Dr. Julián Leiva; Cornelio de Saavedra; Dr. Juan José Castelli; Manuel Belgrano; Miguel de Azcuénaga; Dr. Manuel Alberti; Domingo Mateu; Juan Larrea; Dr. Juan José Passo; Dr. Mariano Moreno; Licenciado Don Justo José Núñez, escribano público y de Cabildo.
Nota: La pintura es de Juan Manuel Blanes. Cabildo Abierto del 22 de Mayo de 1810

lunes, 24 de mayo de 2010

Jueves 24 de Mayo de 1810

Los patriotas reunidos durante toda esa noche en casa de Rodríguez Peña, deliberan sobre los miembros que integrarán una lista que será presentada ante el Cabildo.
El día 24 el Cabildo, a propuesta del síndico Leyva, conformó la nueva Junta, que debía mantenerse hasta la llegada de los diputados del resto del Virreinato. Estaba formada por:
Presidente y comandante de armas: Baltasar Hidalgo de Cisneros
Vocales: Cornelio Saavedra (criollo), Juan José Castelli (criollo), Juan Nepomuceno Solá (español) y José Santos Incháurregui (español).
Dicha fórmula respondía a la propuesta del obispo Lué y Riega de mantener al virrey en el poder con algunos asociados o adjuntos, a pesar de que en el Cabildo abierto la misma hubiera sido derrotada en las elecciones. Los cabildantes consideraban que de esta forma se contendrían las amenazas de revolución que tenían lugar en la sociedad.
Asesorados por el síndico reaccionario español Julián de Leiva, se redactó un Reglamento
constitucional de 13 artículos, que regiría el accionar de la Junta. Entre los principios incluidos, se preveía que la Junta no ejercería el poder judicial, que sería asumido por la Audiencia; que Cisneros no podría actuar sin el respaldo de los otros integrantes de la Junta; que el Cabildo podría deponer a los miembros de la Junta que faltaran a sus deberes y debía aprobar las propuestas de nuevos impuestos; que se sancionaría una amnistía general respecto de las opiniones emitidas en el cabildo abierto del 22; y que se pediría a los cabildos del interior que enviaran diputados. Los comandantes de los cuerpos armados dieron su conformidad, incluyendo a Saavedra y Pedro Andrés García, y los integrantes juraron ese día..
Cuando la noticia fue dada a conocer, tanto el pueblo como las milicias volvieron a agitarse, y la Plaza Mayor fue invadida por una multitud comandada por French y Beruti. La permanencia de Cisneros en el poder, aunque fuera con un cargo diferente al de virrey, era vista como una burla a la voluntad del Cabildo Abierto. El coronel Martín Rodríguez lo explicaba así:
Si nosotros nos comprometemos a sostener esa combinación que mantiene en el gobierno a Cisneros, en muy pocas horas tendríamos que abrir fuego contra nuestro pueblo, nuestros mismos soldados nos abandonarían; todos sin excepción reclaman la separación de Cisneros.
Cuando le hicieron ver el error a Castelli, éste dijo que elevaría su renuncia y sugeriría la misma actitud a saavedra. Eran apoyados por los regimientos de Arribeños y Patricios. Hubo una discusión en la casa de Rodríguez Peña, en donde se llegó a dudar de la lealtad de Saavedra. Castelli se comprometió a intervenir para que el pueblo fuera consultado nuevamente, y entre Mariano Moreno, Matías Irigoyen y Feliciano Chiclana se calmó a los militares y a la juventud de la plaza.
Por la noche, una delegación encabezada por Castelli y Saavedra se presentó en la residencia de Cisneros informando el estado de agitación popular y sublevación de las tropas, y demandando su renuncia. Lograron conseguir en forma verbal su dimisión. Un grupo de patriotas reclamó en la casa del síndico Leyva que se convocara nuevamente al pueblo, y pese a sus resistencias iniciales finalmente accedió a hacerlo

sábado, 22 de mayo de 2010

Miércoles 23 de Mayo de 1810

A la madrugada se emitió el siguiente documento:
Hecha la regulación con el más prolijo examen resulta de ella que el Excmo Señor Virrey debe cesar en el mando y recae éste provisoriamente en el Excmo. Cabildo hasta la erección de una Junta que ha de formar el mismo Excmo. Cabildo, en la manera que estime conveniente.
155 votos: Destitución del Virrey
89 votos: Por la continuación del Virrey solo o con asesores.
27 personas: No votaron
Tras la finalización del Cabildo abierto se colocaron avisos en diversos puntos de la ciudad que informaban de la creación de la Junta y la convocatoria a diputados de las provincias, y llamaba a abstenerse de intentar acciones contrarias al orden público.

Martes 22 de Mayo de 1810

De los 450 invitados al cabildo abierto solamente participaron unos 251. French y Beruti, al mando de 600 hombres armados con cuchillos, trabucos y fusiles, controlaron el acceso a la plaza, con la finalidad de asegurar que el cabildo abierto fuera copado por criollos.
El cabildo abierto se prolongó desde la mañana hasta la medianoche, contando con diversos momentos, entre ellos la lectura de la proclama del Cabildo, el debate, "que hacía de suma duración el acto", como se escribió en el documento o acta, y la votación, individual y pública, escrita por cada asistente y pasada al acta de la sesión.

El debate en el Cabildo tuvo como tema principal la legitimidad o no del gobierno y de la autoridad del virrey. El principio de la retroversión de la soberanía planteaba que, desaparecido el monarca legítimo, el poder volvía al pueblo, y que éste tenía derecho a formar un nuevo gobierno.

Hubo dos posiciones principales enfrentadas: los que consideraban que la situación debía mantenerse sin cambios, respaldando a Cisneros en su cargo de virrey, y los que sostenían que debía formarse una junta de gobierno en su reemplazo, al igual que en España. No reconocían la autoridad del Consejo de Regencia argumentando que las colonias en América no habían sido consultadas para su formación. El debate abarcó también, de manera tangencial, la rivalidad entre criollos y españoles peninsulares, ya que quienes proponían mantener al virrey consideraban que la voluntad de los españoles debía primar por sobre la de los criollos.

Uno de los oradores de la primera postura fue el obispo de Buenos Aires, Benito Lué y Riega, líder de la iglesia local. Lué y Riega sostenía lo siguiente:

No solamente no hay por qué hacer novedad con el virrey, sino que aún cuando no quedase parte alguna de la España que no estuviese sojuzgada, los españoles que se encontrasen en la América deben tomar y reasumir el mando de ellas y que éste sólo podría venir a manos de los hijos del país cuando ya no hubiese un español en él. Aunque hubiese quedado un solo vocal de la Junta Central de Sevilla y arribase a nuestras playas, lo deberíamos recibir como al Soberano.

Juan José Castelli habló a continuación, y sostuvo que los pueblos americanos debían asumir la dirección de sus destinos hasta que cesara el impedimento de Fernando VII de regresar al trono.

Desde la salida del Infante don Antonio, de Madrid, había caducado el Gobierno Soberano de Espa­ña, que ahora con mayor razón debía considerarse haber expirado con la disolución de la Junta Central, porque, además de haber sido acusada de infidencia por el pueblo de Sevilla, no tenía facultades para el establecimiento del Supremo Gobierno de Regencia; ya porque los poderes de sus vocales eran personalísimos para el gobierno, y no podrían delegarse, ya por la falta de concurrencia de los Diputados de América en la elección y establecimiento de aquel gobierno, deduciendo de aquí su ilegitimidad, la re­versión de los derechos de la Soberanía al pueblo de Buenos Aires y su libre ejercicio en la instalación de un nuevo gobierno, principalmente no existiendo ya, como se suponía no existir, la España en la dominación del señor don Fer­nando Séptimo.

Pascual Ruiz Huidobro expuso que, dado que la autoridad que había designado a Cisneros había caducado, éste debía considerarse separado de toda función de gobierno, y que, en su función de representante del pueblo, el Cabildo debía asumir y ejercer la autoridad.

El fiscal Manuel Genaro Villota, representante de los españoles más conservadores, señaló que la ciudad de Buenos Aires no tenía derecho a tomar decisiones unilaterales sobre la legitimidad del virrey o el Consejo de Regencia sin hacer partícipes del debate a las demás ciudades del Virreinato. Argumentaba que ello rompería la unidad del país y establecería tantas soberanías como pueblos. Juan José Paso le dio la razón en el primer punto, pero adujo que la situación del conflicto en Europa y la posibilidad de que las fuerzas napoleónicas prosiguieran conquistando las colonias americanas demandaban una solución urgente. Adujo entonces el argumento de la hermana mayor, por la cual Buenos Aires tomaba la iniciativa de realizar los cambios que juzgaba necesarios y convenientes, bajo la expresa condición de que las demás ciudades serían invitadas a pronunciarse a la mayor brevedad posible. La figura retórica de la "Hermana mayor", comparable a la gestión de negocios, es un nombre que hace una analogía entre la relación de Buenos Aires y las otras ciudades del Virreinato con una relación filial.
La postura de Cornelio Saavedra fue la que acabó imponiéndose.
El cura Juan Nepomuceno Solá opinaba que el mando debía entregarse al Cabildo, pero sólo en forma provisional, hasta la realización de una junta gubernativa con llamamiento a representantes de todas las poblaciones del virreinato.

Cornelio Saavedra propuso que el mando se delegara en el Cabildo hasta la formación de una junta de gobierno, en el modo y forma que el Cabildo estimara conveniente. Hizo resaltar la frase de que "(...) y no queda duda de que el pueblo es el que confiere la autoridad o mando". A la hora de la votación, la postura de Castelli se acopló a la de Saavedra.

Luego de los discursos, se procedió a votar por la continuidad del virrey, solo o asociado, o por su destitución. La votación duró hasta la medianoche, y se decidió por amplia mayoría destituir al virrey: 155 votos contra 69. Los votos contrarios a Cisneros se distribuyeron de la siguiente manera: Fórmula según la cual la autoridad recae en el Cabildo: 4 votos

Fórmula de Juan Nepomuceno de Sola: 18 votos

Fórmula de Pedro Andrés García, Juan José Paso y Luis José Chorroarín: 20 votos.

Fórmula de Ruiz Huidobro: 25 votos

Fórmula de Saavedra y Castelli: 87 votos

Nota:
El Cabildo abierto, por Juan Manuel Blanes.

Lunes 21 de Mayo de 1810

Apoyados por vecinos que solicitaban la solicitud de un Cabildo Abierto, los regidores recibieron por parte del Virrey Cisneros una autorización escrita en que accedía a la voluntad popular de convocar a una sesión pública para el día siguiente, en la que se convocara a la parte más representativa y más sana del vecindario.
A las 3, el Cabildo inició sus trabajos de rutina, pero se vieron interrumpidos por 600 hombres armados, agrupados bajo el nombre de "Legión Infernal", que ocuparon la Plaza de la Victoria, hoy Plaza de Mayo, y exigieron a gritos que se convocase a un Cabildo Abierto y se destituyese al virrey Cisneros. Llevaban un retrato de Fernando VII y en el ojal de sus chaquetas una cinta blanca que simbolizaba la unidad criollo-española. Entre los agitadores se destacaron Domingo French y Antonio Beruti. Estos desconfiaban de Cisneros y no creían que fuera a cumplir su palabra de permitir la celebración del cabildo abierto del día siguiente. El síndico Leiva no tuvo éxito en calmar a la multitud al asegurar que el mismo se celebraría como estaba previsto. La gente se tranquilizó y dispersó gracias a la intervención de Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios, que aseguró que los reclamos de la Legión Infernal contaban con su apoyo militar.

El 21 de mayo se repartieron 450 invitaciones entre los principales vecinos y autoridades de la capital. La lista de invitados fue elaborada por el Cabildo teniendo en cuenta a los vecinos más prominentes de la ciudad; pero el encargado de su impresión Agustín Donado (compañero de French y Beruti) imprimió muchas más de las necesarias y las repartió entre los criollos. Decía:
El Excmo. Cabildo convoca á Vd. para que se sirva asistir, precisamente mañana 22 del corriente, á las nueve, sin etiqueta alguna, y en clase de vecino, al cabildo abierto que con avenencia del Excmo. Sr. Virrey ha acordado celebrar; debiendo manifestar esta esquela á lesquela á las tropas que guarnecerán las avenidas de esta plaza, para que se le permita pasar libremente.

Sábado 19 y Domingo 20 de Mayo de 1810

Los patriotas tras deliberar toda la noche, comisionaron a J. J. Castelli para que durante la mañana se presentase ante el síndico procurador Julián de Leiva. También fueron encargados M. Belgrano y C. Saavedra, para que se apersonaran ante el Alcalde en Primer Voto Juan José Lezica; tenían los tres, la misión de obtener el apoyo del Cabildo para gestionar ante el virrey un cabildo abierto, expresando que de no concederse, lo haría por sí solo el pueblo o morirían en el intento.
Lezica transmitió a Cisneros la petición y éste consultó a Leyva, quien se mostró favorable a la realización de un cabildo abierto. Antes de tomar una decisión el virrey citó a los jefes militares para que se presenten a las siete horas de la tarde en el fuerte. Según cuenta Cisneros en sus Memorias, les recordó: (...) las reiteradas protestas y juramentos de fidelidad con que me habían ofrecido defender la autoridad y sostener el orden público y les exhorté a poner en ejercicio su fidelidad al servicio de S.M. y de la patria.
Como Cisneros reclamó una respuesta a su petición de apoyo, el coronel criollo Cornelio Saavedra, jefe del Regimiento de Patricios e integrante de la Sociedad de los Siete, respondió a nombre de todos los criollos diciendo: Señor, son muy diversas las épocas del 1º de enero de 1809 y la de mayo de 1810, en que nos hallamos. En aquella existía la España, aunque ya invadida por Napoleón; en ésta, toda ella, todas sus provincias y plazas están subyugadas por aquel conquistador, excepto solo Cádiz y la isla de León, como nos aseguran las gacetas que acaban de venir y V.E. en su proclama de ayer. ¿Y qué, señor? ¿Cádiz y la isla de León son España? (...) ¿Los derechos de la Corona de Castilla a que se incorporaron las Américas, han recaído en Cádiz y la isla de León, que son una parte de las provincias de Andalucía? No señor, no queremos seguir la suerte de la España, ni ser dominados por los franceses, hemos resuelto reasumir nuestros derechos y conservarnos por nosotros mismos. El que a V.E. dio autoridad para mandarnos ya no existe; de consiguiente usted tampoco la tiene ya, así que no cuente con las fuerzas de mi mando para sostenerse en ella.
Al anochecer se produjo una nueva reunión en casa de Rodríguez Peña, en donde los jefes militares comunicaron lo ocurrido. Se decidió enviar inmediatamente a Castelli y a Martín Rodríguez a entrevistarse con Cisneros en el fuerte, facilitando su ingreso el comandante Terrada de los granaderos provinciales que se hallaba de guarnición ese día. El virrey se encontraba jugando a los naipes con el brigadier Quintana, el fiscal Caspe y el edecán Coicolea cuando los comisionados irrumpieron. Martín Rodríguez en sus Memorias relató cómo fue la entrevista, en donde Castelli se dirigió a Cisneros así: Excelentísimo señor: tenemos el sentimiento de venir en comisión por el pueblo y el ejército, que están en armas, a intimar a V.E. la cesación en el mando del virreinato. Cisneros respondió:¿Qué atrevimiento es éste? ¿Cómo se atropella así a la persona del Rey en su representante? Pero Rodríguez (según sus Memorias) lo detuvo advirtiéndole: Señor: cinco minutos es el plazo que se nos ha dado para volver con la contestación, vea V.E. lo que hace.
Solamente defendió la posición de Cisneros el síndico procurador del Cabildo, Julián de Leyva. Ante la situación, Caspe llevó a Cisneros a su despacho para deliberar juntos unos momentos y luego regresaron. El virrey se resignó y permitió que se realizara el cabildo abierto. Según cuenta Martín Rodríguez en sus Memorias póstumas, escritas muchos años después, sus palabras fueron: Señores, cuanto siento los males que van a venir sobre este pueblo de resultas de este paso; pero puesto que el pueblo no me quiere y el ejército me abandona, hagan ustedes lo que quieran. El cabildo abierto se celebraría el 22 de mayo siguiente.
Esa misma noche se representó una obra de teatro cuyo tema era la tiranía, llamada "Roma Salvada", a la cual concurrieron buena parte de los revolucionarios. El jefe de la policía intentó convencer al actor de que no se presentara y que, con la excusa de que éste estuviera enfermo, la obra fuera reemplazara con "Misantropía y arrepentimiento", del poeta alemán Kotzebue. Los rumores de censura policial se extendieron con rapidez, por lo que Morante salió e interpretó la obra prevista, en la cual interpretaba a Cicerón. En el cuarto acto, Morante exclamaba lo siguiente: Entre regir al mundo o ser esclavos ¡Elegid, vencedores de la tierra! ¡Glorias de Roma, majestad herida! ¡De tu sepulcro al pie, patria, despierta! César, Murena, Lúculo, escuchadme: ¡Roma exige un caudillo en sus querellas! Guardemos la igualdad para otros tiempos: ¡El Galo ya está en Roma! ¡Vuestra empresa del gran Camilo necesita el hierro! ¡Un dictador, un vengador, un brazo! ¡Designad al más digno y yo lo sigo! Dicha escena encendió los ánimos revolucionarios, que desembocaron en un aplauso frenético a la obra. El propio Juan José Paso se levantó y gritó "¡Viva Buenos Aires libre!".

Nota: Bajorrelieve de Gustavo Eberlein. Demanda ante el virrey Cisneros por la realización de un Cabildo Abierto

martes, 18 de mayo de 2010

Viernes 18 de mayo de 1810

El viernes 18 el virrey Cisneros hizo pública las nuevas a través de los pregoneros, téngase en cuenta que la mayoría de la población no sabía leer ni escribir. La proclama comenzaba diciendo: "A los leales y generosos pueblos del virreinato de Buenos Aires." El virrey advertía que "en el desgraciado caso de una total pérdida de la península, y falta del Supremo Gobierno" él asumiría el poder acompañado por otras autoridades de la Capital y todo el virreinato y se pondría de acuerdo con los otros virreyes de América para crear una Regencia Americana en representación de Fernando. Cisneros aclaraba que no quería el mando sino la gloria de luchar en defensa del monarca contra toda dominación extraña y, finalmente prevenía al pueblo sobre "los genios inquietantes y malignos que procuran crear divisiones", refiriéndose a los que secretamente se reunían en la jabonería de Vieytes. La fábrica de jabón, que pertenecía a Juan Hipólito Vieytes y a Nicolás Rodríguez Peña, se convirtió en la sede de las reuniones de aquello que desde 1809 comenzó a ser llamado "partido patriota". La jabonería estaba a metros de la calle Mexico, en la actual avenida 9 de Julio, y la orden de demolerla fue dada para pemitir su ensanchamiento. Algunos autores la encuentran en Tacuarí y Venezuela, en tanto otros la situan en México 1050-1068, o en la esquina de Lima y Venezuela.
A medida que los porteños se fueron enterando de la gravedad de la situación, fueron subiendo de tono las charlas políticas en los cafés y en los cuarteles. Todos hablaban de política y conjeturaban y por la noche, se realizó una reunión en la casa de Rodríguez Peña, donde se acordó pedirle a Cisneros que convocara a un Cabildo Abierto. El grupo encarga a Juan José Castelli y a Martín Rodríguez que se entrevisten con Cisneros, quien intentó evitar esa reunión, pero terminó cediendo ante las presiones. La situación del virrey era difícil ya que la Junta que lo nombro había desaparecido y la legitimidad de su mandato quedaba cuestionada.

Juan Carlos Ramirez

17 de Mayo

El 13 de mayo llegó a Montevideo la fragata británica HMS John Paris, con noticias que recién se difunden en Buenos Aires el día 17, gracias a otro navío: los diputados de la Junta de Sevilla habían sido rechazados estableciéndose una Junta en Cádiz. Se había constituido un Consejo de Regencia de España e Indias. En realidad, ninguno de los dos barcos transmitió esa noticia porque Cisneros intentó ocultarlas estableciendo una rigurosa vigilancia en torno a las naves de guerra británicas e incautando todos los periódicos que desembarcaron de los barcos, pero uno de ellos llegó a manos de Manuel Belgrano y de Juan José Castelli. Éstos se encargaron de difundir la noticia, que ponía en entredicho la legitimidad del virrey, nombrado por la Junta caída.
Se lo enteró a Cornelio Saavedra, jefe del regimiento de Patricios, quien consideraba que el momento revolucionario sería cuando las fuerzas napoleónicas lograran una ventaja decisiva en su guerra contra España. Al conocer las noticias de la caída de la Junta de Sevilla, Saavedra consideró que el momento había llegado, no así el grupo encabezado por Castelli, que se inclinaba por la realización de un cabildo.

Por Juan Carlos Ramirez

Fuentes:
Fernández, Jorge; Rondina, Julio César. Historia Argentina. Universidad Nac. del Litoral, 2004. Pág. 31.
Saavedra, Cornelio. Memoria autógrafa. Biblioteca de Mayo, 1966; tomo II. Páginas 1050-1051.

14 de mayo de 1810

Arribó al puerto de Buenos Aires procedente de Gibraltar, la goleta de guerra británica HMS Mistletoe. Traía periódicos del mes de enero que anunciaban, confirmando rumores que circulaban intensamente por Buenos Aires, que los franceses dominaban casi toda la península ibérica y habían tomado la ciudad de Sevilla, último bastión del poder español. La acción determinó la disolución de la Junta Central de Sevilla, y se señalaba que algunos diputados se habían refugiado en la isla de León en Cádiz.
El nombre de la goleta, Mistletoe, significa muérdago y es una planta que simboliza buen augurio entre los ingleses, pero también lo fue para los revolucionarios en ciernes. Roberto Ramsay,marino nacido en Escocia en 1773, estaba al mando de la goleta y tuvo participación en los sucesos de Mayo, reuniéndose con Juan Larrea, Mariano Moreno, Hipólito Vieytes, Juan José Paso y Juan José Castelli, quienes se habían convertido en amigos personales. Las noticias se difundían pese a las gestiones de Cisneros.
Un día después y como si nada sucediera, Santiago de Liniers, ex virrey y héroe de la Reconquista de Buenos Aires, tomó el título de conde y esperó la confirmación del reino de España, pero el 16 de mayo de 1810 comenzaron a reunirse vecinos de Buenos Aires para tratar la nueva situación generada por lo sucedido en España.
Por: Juan Carlos Ramirez

domingo, 9 de mayo de 2010

Curiosidades del Primer Gobierno Patrio

Tres de los nueve miembros de la Primera Junta no hablan nacido dentro de los limites actuales de la Argentina. Cornelio Judas Tadeo Saavedra nació en Hacienda de la Fombera, hoy Bolivia. Domingo Matheu y Juan Larrea eran españoles, de Cataluña. El miembro más joven de la Primera Junta era Larrea (23). El más viejo, Miguel de Azcuénaga (55). La edad promedio del cuerpo, en 1810, era de 43 años.
En 1795, el inventario de mercaderías de una tienda porteña daba cuenta de que había allí 27 paraguas de hule, que se vendían a 4 reales cada uno. Por lo tanto, resulta verosímil la tradicional -pero controvertida imagen que muestra a los vecinos de la ciudad protegiéndose con paraguas, frente al Cabildo, aquel inclemente viernes.
El vocal Manuel Belgrano (39) era abogado y había ingresado en 1807 en el Regimiento de Patricios con el rango de sargento mayor. Domingo French (36) se había desempeñado como cartero antes de iniciar la carrera militar. La Primera Junta le otorgó el grado de coronel.
Muchas familias criollas bautizaron a sus hijos con nombres alusivos a la gesta revolucionaria. Un padre llamó a su flamante primogénito Primo Patricio Liberato.
El sábado 26 de mayo de 1810, los porteños tuvieron en sus manos el primer documento patrio -la proclama de la Junta Provisional Gubernativa-, editado en la Real Imprenta de los Niños Expósitos. Empezaba así: Tenéis ya establecida la Autoridad que remueve la incertidumbre de las opiniones y calma todos los recelos...
La construcción del Cabildo, tal como lo conocieron aquellos patriotas, se realizó entre los años 1725 y 1764. El edificio sufrió modificaciones en 1861,1880, 1889, 1931 y 1940.
Por: Martín A. Cagliani

martes, 4 de mayo de 2010

5 de mayo de 1810

Correo de Comercio Número 10 Del Sábado 5 de mayo de 1810

NAVEGACIÓN.

La série de sucesos extraordinarios en que nos hemos visto envueltos, nos ha privado de las resoluciones beneficiosas de nuestros Soberanos, sobre puntos los mas interesantes á estas Provincias, que han llamado y llaman la atención de nuestro Gobierno: entre ellas contamos la de que se pusiesen los medios para que el puerto de la Ensenada de Barragan sirviese para el abrigo de los buques mayores que arriban á este amarradero, y pudieran executar sus descargas y cargas con toda seguridad, y en el menor tiempo posible se despachasen las expediciones de nuestro giro marítimo, que tanto movimiento dá á las producciones de este continente.
Nunca podremos ponderar bastante la necesidad que hay de franquear á las embarcaciones un asilo seguro en donde puedan permanecer resguardadas de todo temporal, con el menor costo que sea dable, y en el qual puedan recorrerse y alistarse para las dilatadas navegaciones que deben emprender, en términos que no causen perjuicios á los cargamentos que se pongan á sus bordos, que siempre han de resultar en contra de nuestro comercio.
Ese asilo lo presenta la Ensenada de Barragan, acaso como ningún puerto en el Rio de la Plata; porque se halla resguardada de los vecinos mas impetuosos que soplan en esta Zona; de consiguiente los buques pueden estar amarrados con los cables mas infimos, sin temor de ninguno de los accidentes que sobrevienen en las calas ó puertos, donde no se goza de iguales ventajas: los buques que se recorran no tienen que detener ni un solo instante sus trabajos; porque nada hay que altere aquellas aguas; siempre están tranquilas, y casi como en la mayor calma.
Su entrada es facilísima, no tiene escollo alguno, por mas que se ha querido decantar, y el Canal del S. por donde deben navegar las Embarcaciones que se conduzcan á la Ensenada es el mejor de este Rio, por su mayor anchura y mejor fondo: todo consiste en navegarlo con aquel cuidado que exigen todas las navegaciones de los Rios, y que los Pilotos no piensen que se hallan en el anchuroso é insondable Mar.
No se entienda que esto sea querer aspirar á que solo el Puerto de la Ensenada sea el único en el Rio de la Plata para admitir los Buques de nuestro comercio marítimo; estamos muy distantes de pensar en esta exclusiva odiosa, pues nuestra idea es, conforme á las intenciones de nuestro Gobierno de proveer las mayores ventajas a los subditos; que se abran al comercio todos los Puertos que se conocen en la Costa Septentrional y Meridional de este gran Rio, conociendo que este es uno de los principales arbitrios de atraer nuestras gentes á las riberas,y poblarlas como es debido para tener los medios mas prontos de su defensa.
Creemos de la mayor importancia aun obligar á que los Buques que vienen al amarradero entren al Puerto de la Ensenada por muchas consideraciones, y la mas principal porque se respete como es debido á nuestro Gobierno, y sepa éste quien entra y sale en este Rio; y mas á la vista de los celadores se executen las cargas y descargas, lo que ahora es bien dificultoso por mas celo y cuidado que se ponga; á mas de que estando baxo el cañon, no se avanzará ninguno á faltar á aquellos respetos, ni los comerciantes estarán con el subsidio de que algún mal intencionado se les escape sin haber salvado sus obligaciones respectivas.
No hay que temer el contrabando con que se ha arguido para desviar la idea del Puerto de la Ensenada; este es un bú para amedrentar á los niños; no es tan fácil como se ha pensado, y si hay alguna facilidad es la misma que hay en todos los puertos por mas resguardados que estén; pero todavía hay mas que quando se execute nunca será tanto como el que se hará estando las embarcaciones fuera de la vista de los celadores, y no teniendo ninguno á su bordo; á que se agrega que no porque pueda traer un mal alguna cosa, se ha de prohibir enteramente; desgraciado el género humano si se le sujetara á esta clase de prohibiciones.
Hay también otros motivos muy poderosos, y de la mayor consecuencia para facilitar este Puerto, y ponerlo en el mejor estado posible, como quisiéramos qne lo estubiesen todos los que hay en nuestro Rio de la Plata; ellos son las puertas principales de nuestra Casa, y así política, como económicamente exigen de nosotros la mayor atención y cuidado baxo todas consideraciones: si ellos hubieran tenido el llamativo del comercio, estamos seguros que nuestras Costas presenciarían un aspecto muy diferente del que hoy tienen, y habrían causado, y causarían el respecto á que somos acreedores.
Ya hemos indicado que seria un arbitrio la entrada libre á los Puertos para llamar las gentes á poblar nuestras riberas: en efecto, los consumos de las embarcaciones, en todos sentidos, proporcionan utilidades reales y verdaderas á los que se dedican á proveerlas, asi se vé que las tierras que están á las inmediaciones de los Puertos de mar son las que están mejor cultivadas, y las que inmediatamente se pueblan tomando un valor crecido.
Nosotros necesitamos poblar la Costa S. de este Rio, y sin costo alguno del Erario, ni de la causa pública, se puede conseguir, con solo obligar a las embarcaciones que vienen al amarradero á que hayan de entrar á la Ensenada de Barragan: los costos y gastos que ellas han de hacer para la manutención de las tripulaciones, y para las operaciones precisas de cargas y descargas, serán un aliciente poderoso para reunir en aquel punto un gran numero de gentes que tenemos dispersas, y formar un Pueblo de toda consideración con utilidad grande del Estado, así por lo moral como lo fisico.
Ese Pueblo será una de las murallas que tengan que vencer los enemigos que quieran invadirnos, y acaso pueden encontrar en él su destrucción antes de dar un paso adelante, ó si lo mirasen con desprecio, muy bien podría sucederles ser victima de él, operando de acuerdo con las tropas de la gran Capital: no se daría entonces caso de que pudiésemos ser sorprehendidos aun en la paz mas profunda; pues para efectuar los enemigos sus ideas seria de necesidad que intentasen contra él sus primeros ataques, que nos pondrían en alarma.
A mas de tan poderosos motivos, tendríamos el de poner en valor todos los alrededores, y aun muchas leguas mas de distancia de la Ensenada; veríamos aprovecharse por nuestros Pastores un gran número de renglones que hoy abandonan, y que nuestros Labradores se dedicarían á cultivos provechosos de que no pocas ventajas sacaría la Provincia, por medio del consumo que las embarcaciones proporcionarían ya para sí, ya extrayéndoles sus frutos para el comercio de ultramar.
Y no se crea que esta es de las que nosotros llamamos obra de Romanos: en meses solo veríamos los progresos de aquel Pueblo; hoy casi abandonado, con solo la determinación indicada: quando no fuera la experiencia que nos lo ha enseñado en quanto Puerto se ha abierto al comercio, bastaría la que ese mismo Puerto nos presentó en los pocos días que estubo con el permiso de admitir los Buques del comercio marítimo para convencernos de la importancia de una determinación, á todas luces, tan benéfica.

SUSCRIPCIÓN. Se dará de este Periódico un pliego en el Sábado de cada semana, y un medio pliego de suplemento; y se suscribirá á él en la Imprenta de Niños Espósitos; siendo su precio el de un peso al mes para los de esta Capital, diez reales para los Pueblos comprenhendidos en esta Administración principal de Correos, y doce reales para los del Perú y Chile; no admitiéndose suscripción para esta Ciudad por menos de tres meses, y de seis para los de fuera; debiéndose anticipar su importe, y recibiéndolo en sus casas los de esta ciudad; y fuera, francos de todo porte.

Buenos Ayres : en la Real Imprenta de los Niños Expósitos.

sábado, 1 de mayo de 2010

Acta del 25 de Mayo de 1810

En la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 25 de Mayo de 1810; los Señores del Exmo. Cabildo, Justicia y Regimiento, a saber: D. Juan José Lezica y D. Martín Gregorio Yaniz, Alcaldes ordinarios de primero y segundo voto; Regidores D. Manuel Mancilla, Alguacil Mayor; D. Manuel José de Ocampo; D. Juan de LLano; D. Jaime Nadal y Guarda; D. Andrés Domínguez; D. Tomás Manuel de Anchorena; D. Santiago Gutiérrez; y el Dr. D. Julián de Leiva, Síndico Procurador General; se enteraron de una representación que han hecho a este Exmo. Cabildo un considerable número de vecinos, los Comandantes, y varios oficiales de los cuerpos voluntarios de esta capital, por si y a nombre del pueblo; en que, indicando haber llegado a entender que la voluntad de este resiste la Junta, y Vocales que este Exmo. Ayuntamiento se sirvió erigir, y publicar a consecuencia de las facultades que se le confirieron en el Cabildo abierto de 22 del corriente; y porque puede, habiendo reasumido la autoridad y facultades que confirió, y mediante la renuncia que ha hecho el Señor Presidente nombrado y demás Vocales, revocar y dar por ningún valor la Junta erigida y anunciada con el Bando de ayer, 24 del corriente; la revoca y anula, y quiere este Exmo. Cabildo proceda á hacer nueva elección de Vocales que hayan de constituir la Junta de Gobierno, y han de ser los Señores D. Cornelio de Saavedra, Presidente de dicha Junta, y Comandante general de Armas, el Dr. Juan José Castelli, el Dr. Manuel Belgrano, D. Miguel Azcuenaga, Dr. D. Manuel Alberti, D. Domingo Mateu, y D. Juan Larrea, y Secretarios de ella los Doctores Don Juan José Passo, y D. Mariano Moreno, cuya elección se deberá manifestar el pueblo por medio de otro bando público; enentendiéndose ella bajo la expresa y precisa condición de que instalada la Junta, se ha de publicar en el término de 15 días una expedición de 500 hombres para auxiliar a las provincias interiores del reino, la cual haya de marchar a la mayor brevedad, costeándose ésta con los sueldo del Exmo. Sr. D. Baltazar Hidalgo de Cisneros, Tribunales de la Real Audiencia Pretorial, y de Cuentas, de la Renta de tabacos con los demás que la Junta tenga por conveniente cercenar, en inteligencia, que los individuos rentados ho han de que dar absolutamente incongruos, porque ésta es la manifesta voluntad del pueblo. Y los Señores, habiendo salido al balcón de estas casas capitulares, y oído que el pueblo ratificó por aclamaciòn al contenido de dicho pedimento o representaciòn, después de haberse leido por mi en altas e inteligibles voces, acordaron que debàn mandar y mandaban se erigiese una nueva Junta de Gobierno compuesta por los Señores expresados en la representación de que se ha hecho referencia, y en los mismo términos, que de ella aparece, mientras se erige la Junta general del Virreinato; Lo segundo: que los Señores, que forman la precedente corporación comparezcan sin pérdida de momentos en esta Sala Capitular á prestar el juramnento de usar bien y fielmente sus cargos, conservar la integridad de esta parte de los dominios de América a nuestro Amado Soberano el Señor D. Fernando VII, y sus legítimos sucesores, y observar puntualmente las Leyes del Reino. Lo tercero: que luego que los referidos Señores presten juramento sean reconocidos por depositarios de la autoridad superior del Virreinato, por todas las corporaciones de esta capital, y su vecindario, respetando y obedeciendo todas sus disposiciones, hasta la congregación de la Junta general del Virreinato, bajo las penas que imponen las Leyes á los contraventores. Lo cuarto: que la Junta ha de nombrar quien deba ocupar cualquier vacante por renuncia, muerte, ausencia, enfermedad o remoción. Lo quinto: que aunque se halla plenísimamente satisfecho de la honrosa conducta, y buen procedimiento de los SS mencionados, sin embargo, para satisfacción del Pueblo, se reserva tamben estar muy á la mira de sus operaciones y caso no esperado, que faltasen á sus deberes, proceder á la deposición con causa bastante, y justificada, reasumiendo el Excmo. Cabildo para este solo caso la Autoridad que le ha conferido el pueblo. Lo sexto: que la nueva Junta ha de celar so sobre el orden y la tranquilidad pública, y seguridad individual de todos los vecinos, haciéndosele, como desde luego se le hace, responsable de lo contrario. Lo séptimo: que los referidos Señores se componen la Junta provisoria, queden excluidos de ejercer el poder judiciario, el cual se refundirá en la Real Audiencia, a quien se pasarán todas las causas contenciosas, que no sean de gobierno. Lo octavo: que esta misma Junta ha de publicar todos los días primeros del mes un Estado en que se dé razón de la administración de Real Hacienda. Lo nono: que no pueda imponer contribuciones, ni gravámenes al pueblo: ó sus vecinos, sin previa consulta y conformidad de este Exmo. Cabildo. Lo décimo: que los referidos Señores despachen sin pérdida de tiempo órdenes circulares á los Jefes de lo interior, y demás á quienes corresponda, encargándoles muy estrechamente, y bajo de responsabilidad, hagan que los respectivos Cabildos de cada uno, convoquen por medio de esquelas la parte principal, y mas sana del vecindario, para que formando un Congreso de solos los que en aquella forma hubiesen sido llamados, elijan sus Representantes, y estos hayan de reunirse á la mayor brevedad en esta Capital, para establecer la forma de gobierno que se considere mas conveniente. Lo undécimo: que elegido así el Representante de cada ciudad, ó villa, tanto los electores, como los individuos capitulares le otorguen poder en pública forma, que deberán manifestar cuando concurran á esta Capital, á fin de que se verifique su constancia; jurando en dicho poder no reconocer otro soberano que al Sr. D. Fernando VII y sus legítimos sucesores, según el órden establecido por las leyes y estar subordinado al gobierno que legítimamente les represente. Cuyos capítulos mandan se guarden y cumplan precisa, y puntualmente, reservando á la prudencia y discreción de la misma Junta el que tome las medidas mas adecuadas, para que tenga debido efecto lo determinado en el artículo diez, como también el que designe el tratamiento, honores, y distinciones del Cuerpo, y sus individuos, y que para que llegue a noticia de todos, se publique esta acta por bando inmediatamente, fijándose en los lugares acostumbrados. Y lo firmaron de que doy fé. Juan José Lezica; Martín Gregorio Yaniz; Manuel Mancilla; Manuel José de Ocampo; Juan de Llano; Jaime Nadal y Guarda; Andrés Domínguez; Tomas Manuel de Anchorena; Santiago Gutiérrez; Dr. Julián Leiva; Licenciado D. Justo José Núñez, escribano público y de Cabildo.
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