viernes, 22 de abril de 2011

Reglamento de libertad de imprenta

Art. 1: Todo hombre puede publicar sus ideas libremente y sin censura previa. Las disposiciones contrarias, a esta libertad quedan sin efecto.
Art. 2: El abuso de esta libertad es un crimen, su acusación corresponde a los interesados, si ofende derechos particulares; y a todos los ciudadanos, si compromete la tranquilidad pública, la conservación de la religión católica, o la Constitución del Estado. Las autoridades respectivas impondrán el castigo según las leyes.
Art. 3: Para evitar los efectos de la arbitrariedad en la calificación, graduación de estos delitos se creará una Junta de nueve individuos con el título de: Protectora de la libertad de la Imprenta. Para su formación presentará el Exmo. Cabildo una lista de cincuenta ciudadanos honrados, que no estén empleados en la administración del gobierno; se hará de ellos la elección a pluralidad de votos. Serán electores natos: el prelado eclesiástico, alcalde de primer voto, síndico procurador, prior del Consulado, el fiscal de 5. M., y dos vecinos de consideración, nombrados por el Ayuntamiento. El escribano del pueblo autorizará el acto, y los respectivos títulos, que se librarán a los electos sin pérdida de instantes.
Art. 8: Las obras que tratan de religión, no pueden imprimirse sin previa censura del eclesiástico. En casos de reclamación, se reveerá la obra por el mismo Diocesano asociado de cuatro individuos de la Junta Protectora, y la pluralidad de votos hará sentencia irrevocable.
Art. 9: Los autores son responsables de sus obras, o los impresores no haciendo constar a quien pertenecen.

Nota: La Junta Grande fue quien decretó el Reglamento de Libertad de Imprenta. La iniciativa correspondió al deán Gregorio Funes, y fue el primero en el Río de la Plata.

domingo, 17 de abril de 2011

Fanatismo democràtico


En el manifiesto publicado el 15 de abril de 1811 en la Gazeta extraordinaria “Sobre los antecedentes del suceso de la noche del cinco y seis de abril”, se acusaba a la Sociedad Patriótica, club “morenista”, de procurar “una furiosa democracia, desorganizada, sin consecuencia, sin sistema ni moralidad”(1). Resulta interesante su similitud, en lo referente a la calificación de la democracia, con los términos que emplea en 1823 Bernardo Monteagudo, el más jacobino de los jacobinos en sus primeros pasos como revolucionario.
En “Memoria sobre los principios políticos que seguí en la administración del Perú y acontecimientos posteriores”, rechaza la democracia y propugna un gobierno fuerte y un Poder Ejecutivo protegido de la mudanza de las asambleas, Monteagudo recuerda que en su juventud había profesado principios opuestos.(2). Manifiesta  que había abrazado entonces “con fanatismo el sistema democrático”, que “el Pacto Social de Rousseau y otros escritos de ese género” aún le parecían “favorables al despotismo” y que “ser patriota sin ser frenético por la democracia”, había sido para él “una contradicción”.(3). Se refería a la prisión a consecuencia de su participación en el movimiento juntista de Charcas en 1809 pero recordaba que sus más encendidos discursos y artículos los había escrito en 1812 en la revista Mártir o Libre.
En el texto de 1823 expresa que “restringir las ideas democráticas” había sido uno de sus principios de gobierno y advierte sobre “los infernales efectos del espíritu democrático”, tanto más si la democracia se combina con federalismo. En esas condiciones los hombres “oprimidos e insultados por continuos ultrajes –expresa– naturalmente al oír proclamar la libertad y la igualdad”, creen que ha cesado el deber de respetar la autoridad. Dan estos hombres “la más absurda latitud del significado que admite la igualdad” y, en fin, si llegado el tiempo en que se les negara el ejercicio “de sus quiméricos derechos”, pudieran hacer valer el número de sus brazos “endurecidos en la fatiga de la servidumbre y demasiados desiguales en fuerza respecto de los que animan a la democracia en sus escritos”.(4). Aunque Monteagudo se refiere concretamente a la incompatibilidad de la democracia con el carácter de la economía, las abismales diferencias sociales y culturales del Perú, de hecho muestra su arrepentimiento respecto de la vía que había transitado la lucha por la independencia, ignoraba entonces los principios de gobierno.
Monteagudo propone para el Perú un gobierno fuerte, con un Poder Ejecutivo que no dependa de la voluntad de las asambleas, capaz de garantir la independencia, los derechos civiles, promover la educación y el desarrollo de la economía heredada del coloniaje. Expresa que cuando la mayoría pueda vivir del producto de su capital, la industria y la hacienda podrán decidir de manera independiente. Por el momento recomienda suprimir la esclavitud con prudencia, dando indemnizaciones, atraer a la nobleza y al clero y lograr la felicidad para todos.
¿Qué contenido daba Monteagudo a la democracia, de la que fuera fanático y que ahora demonizaba? En primer lugar la consideraba un gobierno legitimado en la soberanía popular, según la versión que atribuía a Rousseau. En segundo término, creía que la democracia mal entendida, por ignorancia o malicia, daba una latitud exagerada a la igualdad, que excedía a la declarada ante la ley. El documento publicado el 17 de marzo de 1823 en Quito tenía un propósito claro: justificar y dar argumentos a Bolívar, interesado en contar con sus servicios al emprender la liberación de Perú.
Acusado por su monarquismo y prácticas dictatoriales actuando como ministro y hombre fuerte bajo el protectorado del general José de San Martín, Monteagudo se había visto obligado a renunciar, fue apresado y finalmente desterrado y embarcado el 30 de junio de 1822 en una fragata de guerra que puso proa al norte. Su caída había sido provocada por la oposición que tomó en sus manos la bandera republicana, tuvo su centro en el Cabildo, se apoyó en una asonada popular y contó con la pasividad de las fuerzas militares destacadas en Lima. San Martín renunciaría poco después de la entrevista con Bolívar celebrada en Guayaquil (5).
Convertido más tarde en colaborador de Bolívar, Monteagudo sin duda contribuyó a dar forma a las concepciones políticas que profesaba el libertador y a perfilar la propuesta de confederar a los nuevos estados hispanoamericanos.
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Por: Lucía Sala de Turon. 
Publicado en e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, Volumen V; número 17, Buenos Aires, 10-11/2006, en <http://www.iigg.fsoc.uba.ar/elatina.htm>; visitada 15/04/2011
Notas:
(1) En el artículo, más extenso de lo acostumbrado en ese periódico, se da cuenta de los hechos del 5 y 6 de abril, mostrados como una reacción espontánea del pueblo, ante el hecho de que desde el club que se reunía en el café de Marcos, sin anunciar públicamente propósitos subversivos, se tramaba eliminar de la Junta a Saavedra, Funes, Felipe e Ignacio Molina y a García del Cosio, representante de Corrientes. Se atribuía la reacción popular al rechazo a las ejecuciones, destierros y confiscaciones de los “morenistas”. Gazeta extraordinaria, 15 de abril de 1811. Ibíd.
(2) Documento citado por Weinberg, 1944: 123-143.
(3) Ibíd: 127.
(4) Ibíd: 136
(5) Galván Moreno, 1950: 160-171

lunes, 11 de abril de 2011

Carta de don Manuel Felipe de Molina, al doctor A. Alvarez de Jonte,

Señor Doctor Don Antonio Alvarez de Jonte.
Buenos Aires 16, de Abril de 1811.
Muy Señor mio y amigo de mi justa estimacion: contesto á la apreciable de 23, de Marzo. No extraño que Vieytes escribiese á Usted que debia seguir su correspondencia, sin embargo de estár yó encargado de élla; ni debe Usted extrañar que los Papeles de la Junta hayan sido refrendados yá por él, yá por Perez, yá por qualquiera otro, saviendo que el systema de ese Caballero, y sus aliados era derramar la confusion, y el desorden en todo, para que en nada nos entendiesemos. Ahora colegirá Usted el espiritu que los conducía, luego que por la Gazeta del 13, y lo que diré mas abajo, se imponga Usted del termino que han tenido sus traidoras maquinaciones.
Esperamos en breve el arribo de la 1º Division de los reclutas, que nos manda Usted, confiando en su infatigable actividad vendrán asimismo los demas que se promete.
Bien nos hacemos cargo del inmenso trabajo que costará á Usted arrancarlos de su Pais, y que solo al auxilio de las ingeniosas medidas de que se vale, podrá triunfar en tan costosa empresa.
Descuide Usted en orden á la prevenvion que me hace para que los que haya
nombrado de Sargentos, y Cabos, continuen en sus Plazas: y para que sean mirados con distincion los Indios netos, hijos de... [ilegible], ó Casiques de Arauco.
Los articulos del Precitado, cuya copia me acompaña, y me dice piensa celebrar con ese Govierno antes de la apertura del Congreso general que yá se aproxima; me parecen concevidos con toda la prevision, politica, y juicio, que pueden
desearse. No he tenido lugar de manifestarlo en Junta plena, como lo haré avisando su resolucion, y agrado (de que salgo desde aóra garante) por que las ocurrencias, que hemos tenido, han ocupado todos nuestros momentos.
Solo la Carta de Usted y copia de las que me incluyó leí á algunos de los Vocales, que me ayudaron á reir las ridiculas sandeces, que hacen los tres puntos de la
Consulta de esa Municipalidad. ¡Qué dolor! Es posible que estemos tan vergonsozamente atrasados los Americanos? No debe admirarnos.
La politica de nuestros Tiranos ha sido sobre éste objeto muy vigilante: acabamos de salir de la Esclavitud, en que solo se nos enseñaba á obedecer, y temer; yá abriremos los ojos; conoceremos nuestros Derechos, aprenderemos á defenderlos,
y la ilustración, y luces de un mejor día harán desaparecer las tinieblas de la vergonzosa ignorancia, en que se nos ha tenido sepultados.
Hemos celebrado mucho las noticias de Lima. El deseo de la libertad es natural, y por más aletargados que estén los Limeños la idea de que empiezan á disfrutar de su dulzura y ventajas sus hermanos es casi imposible déxe de excitar algunas sensaciones en su espiritu, capaces de darles algun movimiento. Todo está en que salgan del estado de inercia: una véz movidos sus pásos han de crecer; y de aquello yá parece dán alguna muestra.
Vamos á los asuntos de nuestra Capital. Usted se asombrará, mi amigo, que haya habido hombres tan ingratos á las beneficencias de la Patria, que olvidamos de todo el bien que recibian de élla, abusando de su confianza, de su amor, y del Poder que depositó en parte en éllos, encargandoles su cuidado, la defensa de sus Derechos, y la obra de su felicidad; fuesen Capaces de dár lugar en sus corazones al negro proyecto de avasallarla, y cubrirla de ignominia levantando en élla el Pendon de la
Impiedad, y de la licencia. Horroriza el pensarlo; cuesta mucho trabajo el creerlo; y es menester estár muy convencido de todo el exceso de que es capaz la fiera, barbara, inhumana, ciega, e impetuosa pasion de la ambicion para dár asenso á las promesas, medidas, y arbitrios, con que se dice trataban de alentar los Planes
de su conjuracion. Pero yó no savré ponderar á Usted quan lisongera, y dulce nos ha sido la satisfaccion, que ha inundado nuestros pechos de placer y consuelo, al vér en el desvarato, que ha sufrido esta iniqua faccion, las pruebas mas brillantes
yá de la especialisima proteccion que nos dispensa el Cielo, haciendonos entender que son de su aprobacion los pásos que damos á nuestra justa libertad, yá del zelo, de la energia, justicia é ilustracion de este Pueblo incomparable, que al páso que llegó á penetrar los designios criminales de los facciosos, supo contenerlos,
destruir á estos, y restituir á los Ciudadanos honrados, providos, y justificados el uso libre de la autoridad para el govierno y bien general, y yá finalmente de la valentia, entusiasmo, juicio, y talento de los Gefes de nuestras Tropas que se
han provado en esta ocasion, como en todas, con el pulso, y el dicernimiento mas laudables. Tenemos la mayor felicidad en tener unos Gefes semejantes. Yó no me cansaré de alabarlos aunque jamás seré Capaz de hacerlo dignamente. Usted créa
que éllos aseguran el exito de nuestra empresa, y que solo éllos pueden hacernos superiores á los contrarios que nos oponen por momentos las pasiones desenfrenadas. Conosca Usted al Señor Don Martin Rodriguez, Coronel del Regimiento de Usares, al Señor Don Juan Bautista Bustos, coronel del de el Nº 3º nombrado antes de Arribeños, á su Teniente coronel Don Francisco Luna, al Sargento mayor del Regimiento de Patricios Don Francisco Pico, y al Sargento Mayor de Granaderos de la Patria Don Francisco Fernandez de la Cruz, con los dos hermanos Don Juan Ramon
Balcarcel Teniente coronel de Usares, y don Marcos Balcarcel, Sargento mayor de la Plaza: estos son los que mas se han distinguido, y los mas dignos de nuestra gratitud, y reconocimiento. Ellos han Libertado á la Patria del mas lamentable naufragio, que iba sin remedio á experimentar.
No tengo tiempo de saver si se remiten á Usted por este correo los impresos; y por que puede haber algun descuido incluyo á Vuestra merced el del dia. Tambien le acompaño una lista de todos los vocales y diputados que en el dia componen esta Junta para que sepa de ellos con puntualidad.
Quéda de Usted con el mayor afecto su atento y obsequioso Servidor y amigo. Que Besa Su Mano.
Doctor Manuel Felipe de Molina.


Nota:
Ubicación del documento: Archivo Histórico de la Cancillería Argentina

domingo, 10 de abril de 2011

Proclama de Mercedes

Leales y esforzados compatriotas de la Banda Oriental del Río de la Plata: vuestro
heroyco entusiasmado patriotismo ocupa el primer lugar en las elevadas atenciones de la Exma. Junta de Buenos Ayres, que tan dignamente nos regentea. Esta, movida del alto concepto de vuestra felicidad, os dirige todos los auxilios necesarios para perfeccionar la grande obra que habéis empezado; y que continuando con la heroycidad, que es análoga a vuestros honrados sentimientos, exterminéis a esos genios díscolos opresores de nuestro suelo, y refractarios de los derechos de nuestra respetable sociedad. Dineros, municiones y tres mil patriotas aguerridos son
los primeros socorros con que la Exma. Junta os da una prueba nada equívoca del interés que toma en vuestra prosperidad: esto lo tenéis a la vista, desmintiendo las fabulosas expresiones con que os habla el fatuo Elío, en su proclama del 20 de marzo. Nada más doloroso a su vista, y a la de todos sus facciosos, que el ver marchar con pasos magestuosos, esta legión de valientes patriotas, que acompañados de vosotros van a disipar sus ambiciosos proyectos; y a sacar a sus hermanos de la opresión en que gimen, bajo la tiranía de su despótico gobierno.
Para conseguir el feliz éxito, y la deseada felicidad a que aspiramos, os recomiendo a nombre de la Exma. Junta vuestra protectora, y en el de nuestro amado xefe,una unión fraternal, y ciego obedecimiento a las superiores órdenes de los jefes, que os vienen a preparar laureles inmortales. Unión, caros compatriotas, y estad seguros de la victoria. He convocado a todos los compatriotas caracterizados de la campaña; y todos, todos se ofrecen con sus personas y bienes,a contribuir a la defensa de nuestra justa causa.
¡A la empresa compatriotas! Que el triunfo es nuestro: vencer o morir sea nuestra cifra; y tiemblen esos tiranos de haber excitado vuestro enojo, sin advertir que los americanos del Sur, están dispuestos a defender su patria; y a morir antes con honor, que vivir con ignominia en afrentoso cautiverio.
Quartel general de Mercedes, 11 de abril de 1811.
José Artigas 


Publicado en www.uruguayeduca.edu.uy
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