La propia revolución procuró ser inscrita en una serie que, si bien histórica, se la suponía ajena a las contingencias temporales: la historia de
La historia permitía dotar de sentido a una experiencia inédita como la que estaba aconteciendo ya que se la consideraba un repertorio de verdades atemporales recogidas en distintas épocas y lugares. En ese marco se ponderó su recurso como medio de ilustración de la sociedad, reforzando así su rol magisterial, tal como lo hizo el político y publicista radical Bernardo de Monteagudo en el Prospecto del periódico El Independiente: “Sin la historia, que es la escuela común del género humano, los hombres desnudos de experiencia, y usando sólo de las adquisiciones de la edad en la que viven, andarían inciertos de errores en errores (...) [pues no habría como] suplir los saludables consejos que aquella maestra incorruptible nos suministra a cada momento” (Monteagudo, [1815]1916, 309).
Sin que perdiera vigencia su consideración en clave narrativa, el concepto de historia, que comenzaba a escribirse con mayúscula, fue adquiriendo un cariz abstracto, singular y universal asociado a la Filosofía como explicación racional de los hechos y a la existencia de valores absolutos como la Libertad. Esta concepción presidió la solicitud que Bernardino Rivadavia como Secretario del Triunvirato le hizo en 1812 al dominico Julián Perdriel para que escribiera una “Historia Filosófica de nuestra feliz Revolución” inspirada en la obra de Guillermo Francisco Raynal (Piccirilli, 1960, I, 203). Por razones políticas, dicho cometido fue trasladado dos años más tarde al Deán Gregorio Funes y tuvo como resultado su Ensayo de la Historia Civil de Buenos Aires, Tucumán y Paraguay (1816/7).
El Ensayo, que a pesar de sus evidentes falencias constituyó durante décadas el texto más completo de la historia local, copia en buena medida la historiografía colonial a la que reviste con un estilo retórico neoclásico. Su parte más original es el capítulo final que abarca desde
Por:Fabio Wasserman. En: Historia (Río de la Plata/Argentina)
Nota: Imagen de Bernardo de Monteagudo
No hay comentarios:
Publicar un comentario